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miércoles, 27 de mayo de 2009

DE TODOS LOS HIMNOS


Éste, es un reconocimiento personal, a mi Profesión, a la Fuerza Aérea Mexicana, a mis compañeros, a la Escuela Militar de Aviación que me formó, al Colegio del Aire que me cobijó en la Basé Aérea de Zapopan, y a muchas aventuras que viví con... LAS ALAS EN MI PECHO. 


Que he cantado hay uno que hace que a mi garganta se le haga un gran nudo, que alguna lágrima furtiva escape de mis ojos. Este himno es el que dice:

Soy cadete de la Fuerza Aérea,
del espacio hago mi devoción, 
por los cielos vivo conquistando,
los sagrados anhelos de honor.

Por la patria como mexicano,
he jurado morir con valor,
si abatirla pretende un extraño,
o ultrajar el pendón tricolor.

Volar, luchar, luchar
cadetes pregonar,
y el cielo conquistar,
como águilas al sol.

Volar, luchar, luchar
las alas desplegar
a la orden de hacer fuego,
defendiendo el pabellón.

Soy cadete de la Fuerza Aérea,
del saber fama y gloria vendrán,
y en mi pecho las alas de guerra,
serán siempre un abrazo de paz.

Mas si un día la patria requiere
que luchemos contra el invasor,
los tambores cornetas que suenen,
y a vencer o morir con valor.

Volar, luchar, luchar
cadetes sin temor,
y el cielo conquistar,
como águilas al sol.

Volar, luchar, luchar
las alas desplegar,
a la orden de hacer fuego
defendiendo el pabellón.

Y a ti compañero piloto, ¿No te pasa siempre lo mismo lo mismo? Ojalá que así sea, porque entonces déjame decirte que tu también traes “LAS ALAS EN TU PECHO”

MI VIDA DE CADETE


Éste, es un reconocimiento personal, a mi Profesión, a la Fuerza Aérea Mexicana, a mis compañeros, a la Escuela Militar de Aviación que me formó, al Colegio del Aire que me cobijó en la Basé Aérea de Zapopan, y a muchas aventuras que viví con... LAS ALAS EN MI PECHO. 

Después que dejé la Universidad truncando mi carrera de arquitectura, hice maletas y llegué a ser Goliat, el jefe de los aspirantes a CADETES de la Escuela Militar de Aviación. Nos hospedaron en el hagar Faustino Ceballos. Yo quería ser PILOTO AVIADOR y por las noches me preguntaba: "¿Volar será una ciencia o un arte?" y llegue a la conclusión que: "VOLAR ES POESÍA" Para mi volar fue soñar que yo era ángel. Fue una verdadera Poesía en prosa ya que nunca pude rimar un aterrizaje con el siguiente, todos fueron diferentes. Recuerdo con cariño las horas que estuve en la cabina abierta del Stearman o en la cabina cerrada del AT-6. A mis aviones el PT-17 Stearman y al North-america AT-6 les dedico estos poemas:

VOLANDO EN MI STEARMAN 

A mi me gusta remontar el vuelo,
ser una pieza más de mi aeroplano
sentir suave el timón bajo mi mano
y fuerte el viento alborotar mi pelo.

Romper la liga de mis pies, al suelo
trastocar el volumen con el plano,
lo que es colina convertir en llano
el mar curvar y revolver el cielo.

Y me gusta volar a baja altura
surcando el paisaje lentamente
volar es un placer una locura

a la que solo iguala, ciertamente
aquello que provoca, con ternura

la piel de una mujer, íntimamente.

Y a mis compañeros que murieron amarrados al escapulario de un AT-6 les dedico este poema de Camposeco que dicen:

"COMO ÁGUILA CAERÉ"

Como águila caeré,
y en un estruendo atronaré
los montes que me vieron
desplegar las alas y surcar el cielo.

Como águila caeré,
porque es mi destino en pagar de un golpe
la osadía de humillar el valle
y de buscar a Dios en el cielo.

Como águila caeré.
y hasta el abismo irán a buscarme
los que crean que ahí termina mi postrer vuelo.

Cuándo en verdad el abismo será nido,
donde ya libre de carnal estorbo
emprenderé por fin...........

MI PRIMER VUELO SOLO.

Que felices fueron mis años de cadete, porque felicidad es sufrir las potreadas, y gozar la primer hora de vuelo. Es dejar caer el sudor en el patio principal del Colegio a paso redoblado y disfrutar la cena diaria. Es soportar los gritos del instructor y ver su sonrisa cuando recibí mis alas el día de mi graduación. Finalmente la felicidad de mi vida de cadete fue mi último aterrizaje en un AT-6.

También en el Colegio del Aire traté de dejar cosas buenas, los murales del comedor, el jardín frente a la primera ala, la organización de las tres graduaciones que duró mi vida dentro de la Escuela Militar de Aviación. Pero lo más hermoso de la estancia aparte de aprender a volar, fue la inmensa amistad que logramos todos los cadetes de la XXVI generación y el orgullo de habernos titulado, sólo 30 cadetes de los 1,250 aspirantes que fuimos a concursar, para terminar CON LAS ALAS EN EL PECHO.

HÉROES DE LA FUERZA AÉREA


Éste, es un reconocimiento personal, a mi Profesión, a la Fuerza Aérea Mexicana, a mis compañeros, a la Escuela Militar de Aviación que me formó, al Colegio del Aire que me cobijó en la Basé Aérea de Zapopan, y a muchas aventuras que viví con... LAS ALAS EN MI PECHO. 


En nuestros tiempos, la palabra “héroe” parece tener distintas connotaciones, pero existe en su carácter predominante la intención de designar con ella lo más elevado de la naturaleza humana. Por lo tanto no dudo en llamar héroe a Pablo L. Sidar, un aviador al que también le vienen a la medida los trajes de legendario y audaz, uno que sobresale de entre los Branniff, los Chávez, los Sarabia, los Newbery, los Merino, los Carranza o los Pabón, por ser sus hazañas patrimonio de toda Latinoamérica, al haber sido el primero en recorrer este vasto territorio a los mandos de un avión.

La polémica sobre su origen hace más grandiosa su leyenda; él decía (y así declaraba en documentos oficiales) llamarse Pablo Sidar Escobar y haber nacido en Ramos Arizpe, Coahuila, en 1897, pero el prestigiado historiador Manuel Ruiz Romero apunta, con pruebas, que su verdadera identidad era la de Pablo Sidar Puras, originario de Zaragoza, España. La “L” que siempre seguía al nombre de Pablo es un enigma, no hay referencia concreta al respecto, pero es bien sabido que Sidar se ganó a pulso el apodo de “El Loco” en sus tiempos de acróbata aéreo, junto a Roberto Fierro y José Fonseca, en 1925, por lo que cuenta la leyenda que se enorgullecía de ser el famoso Pablo “Loco” Sidar y de ahí el que firmara y se le conociera como Pablo L. Sidar. Cierto o no, de lo que no hay duda es de sus grandes dotes de aviador; el mismo Ruiz Romero se refiere a él como: “ejemplo magnífico de valor, arrojo y temeridad, el piloto más famoso y popular de México, que pagó con el alto precio de su vida en plenitud, en el apogeo de su gloria y de los honores, el haber llegado a la cima que sólo alcanzan los privilegiados”, mientras que mi amigo, el finado Adolfo Villaseñor, quien lo conoció y admiró, me contaba que Sidar, a donde llegara, era simplemente “el jefe”, poseedor de una personalidad magnética y arrolladora, piloto de soberbio talento que igual se granjeaba el respeto de sus colegas en el aire y en batalla, que se acomodaba con gracia en las más altas esferas sociales, incluso se le vincula emocionalmente con la hija del presidente Plutarco Elías Calles.

Pero el recio coronel, veterano de las campañas contra fuerzas insurrectas de 1922, 1923, 1924, 1926 y 1929 tenía planeado ser mucho más que un piloto de guerra de prestigio dentro de la Fuerza Aérea Mexicana, a la que había ingresado en 1920, después de haber servido con distinción como oficial de Caballería en la Revolución. Tenía el deseo de unir Ibero América con un gran vuelo de buena voluntad, pues sabía que el avión, más allá de ser una poderosa arma, era el abrazo que hacía falta para acercar los corazones de los pueblos hermanos.

Con todos los medios a su alcance consiguió que la Secretaría de Guerra y Marina le autorizara el empleo de un avión biplano militar Douglas O-2M, al que bautizó “Ejército Mexicano”, para emprender la aventura de viajar, desde el mítico campo de Balbuena, en la ciudad de México, por Centro, Sudamérica y el Caribe, remontándose al espacio, acompañado por el sufrido mecánico Arnulfo Cortés, prácticamente al amanecer del 29 de agosto de 1929, con rumbo a “La Aurora”, Guatemala, para proseguir con un fantástico recorrido que concluyó con el triunfal regreso al punto de partida el 8 de noviembre del mismo año, habiendo acumulado 265 horas de vuelo para cubrir casi 22,500 Kms, visitando Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Belice y Cuba recibiendo trato de dignatario en todas partes gracias a tan sensacional viaje, además de sendas condecoraciones (con la rara salvedad de Argentina, Uruguay y Brasil, que no le concedieron ninguna). Incluso algunos aseveran que el viaje de Sidar fue prácticamente continental, pues el 24 de agosto había volado a México desde Los Ángeles, California, a donde había llevado al “Ejército Mexicano” para ser adaptado en la fábrica Douglas para esta particular misión, aunque el itinerario oficial arrancó, como ya dijimos, el día 29.

Por supuesto, una empresa de tales dimensiones, en 1929, no podía estar exenta de tribulaciones y peligros, a veces por lo deficiente de las cartas de navegación; otras, por lo traicionero del clima y en otras, incluso, por causa de engorrosos trámites burocráticos, pero el incidente que puso en mayor riesgo la travesía fue el aterrizaje de emergencia que el aguilucho mexicano hubo de realizar en Colombia, cerca de la frontera con Ecuador, como a 60 kilómetros de Guayaquil, al desbielársele el motor al noble Douglas O-2M. Esta circunstancia propició una misión “de rescate” desde México, al salir el piloto Eliseo Martín del Campo y el mecánico Leonardo Enríquez en otro Douglas hacia el Ecuador para reemplazar el aparato de Sidar, pero éste no quiso cambiar de montura y ordenó poner el motor de aquel avión en el “Ejército Mexicano” para así poder completar el trayecto, no sin antes cambiar también de mecánico, lo que sin duda indica el malestar que se había despertado en Sidar hacia Arnulfo Cortés, tras el mal rato de la pérdida del motor y especialmente debido a las tensiones propias de una aventura como ésta.

Los honores que recibió el coronel Pablo Sidar (que ostentaba tal rango, por méritos en campaña, desde mayo de 1929) tras la conclusión de tan sensacional aventura, fueron de magnitud nunca vista en México, muestras de cariño popular y de tan alto nivel como lo fueron las recepciones de que gozó en cada país visitado, pero su espíritu de aventura no fue mitigado; aun habiendo sido nombrado comandante del Primer Regimiento Aéreo, su mente volaba ya hacia una mayor y más difícil conquista, el reto casi fantástico para la época, de un vuelo sin escalas entre las repúblicas de México y Argentina.

El gobierno mexicano acogió esta idea con entusiasmo y para cubrir los 8,000 kilómetros de vuelo, el Departamento de Aeronáutica seleccionó un raro avión Emsco, monoplano de ala alta, que el propio Sidar recogió en la fábrica en California, EU. El aparato, a plena carga pesaba más de 7,000 libras y no hubiera podido despegar en la enrarecida atmósfera de la ciudad de México, así que se ubicó el campo de Cerro Loco, en Oaxaca, como el idóneo para cumplir con el vuelo directo hasta Buenos Aires, necesitándose de todos modos una pista de 4,000 metros. El enorme monoplano, bautizado “Morelos” en honor del prócer de la Independencia, despegó el 11 de mayo de 1930 a los mandos firmes y hábiles de Sidar, acompañado por el teniente Carlos Rovirosa (nacido en Villahermosa, Tabasco, en 1902) como copiloto, llevando una bandera nacional como regalo de la aviación mexicana para sus colegas argentinos, esperando enfrentar 40 horas de vuelo sin escalas, pero la suerte no estuvo esta vez del lado de nuestro héroe...

El viaje debía comenzar con un viraje hacia las costas del Pacífico, para mantener prácticamente un recorrido “costeando” hasta Valparaíso, Chile, donde se giraría para llegar en línea recta a Buenos Aires, pero a la altura de Punta Arenas, Costa Rica, se presentó una severa e impenetrable tormenta, que obligó a los valientes pilotos a desviarse hasta las aguas del opuesto mar Caribe, frente a Puerto Limón, donde el “Morelos”, azotado por la tempestad, sea en un desesperado intento por aterrizar o desgajado en su estructura, quedó destruido hiriendo fatalmente a sus tripulantes.

La revista del Ejército y de la Marina, en su edición de mayo de 1930, publicó un artículo del coronel Ernesto Higuera, titulado “Divino Fracaso”, que en parte reproducimos a continuación, pues es un bello documento que transmite el sentimiento de los que vivieron el momento de la pérdida de Sidar y Rovirosa.

“Arrullados por la música de la hélice fingían en el espacio el milagro de un sol; se deslizaban como una estrella errante; tripulando su abadejo sonoro sonreían errabundos en la turquesa de la mañana dejando que jugara el viento con el penacho de sus quimeras bravías. Abajo, todo verde; arriba, todo violeta, todo dorado por la gloria del Astro Rey. La certitud del triunfo les ponía cascabeles en el corazón que se hinchaba jubilosamente. Las aspas zumbaban rimando la eutropelia interior de los pilotos. Sonreía la vida con sus colores de pavo real y cantaba el paisaje su sinfonía de piedras preciosas... Las nubes blancas les dejaban pasar, llevándose el “Morelos” las guirnaldas de sus desgarrones. Desparramadas como un rebaño cuando llega el lobo, se volvían a juntar, cerrando la brecha azul con sus arrapos cándidos de armiño... El tramoyista de este infinito proscenio cambia la decoración nupcial por una decoración de tormenta y el mascarón de la tragedia esboza su gesto brutal. Ulula la tempestad; la cólera lineal de los rayos arroja sus puñales flamígeros sobre las entrañas del mundo; ruedan los truenos como el redoble monstruoso de un tambor apocalíptico; chasquean los latigazos del relámpago sobre el cristal de los ojos abiertos; la lluvia empapa las alas del audaz avión que se lanza sobre la cortina de sombra para horadarla con el coraje de una flecha. Pero la muralla es densa y profunda como la noche. El malabarista de la fatalidad le marca los contornos con sus puñales. La muerte tiende su tela de araña. El moscardón va a quedar prisionero. El piloto comprende que la lucha es desigual y hace un viraje. Quiere huir de las furias arrojadas sobre él por el Destino y se desploma en el mar, alcanzado por la hoja asesina del tenebroso malabarista... La carne de los héroes fue pasto de los tiburones. Rovirosa, el más joven, se reintegró completo; Sidar, el más inquieto y animoso, logró rescatar algo de su forma corporal a la bulimia de los glotones feroces. Y esos restos lamentables, deslavados y roídos, se tornarán con el beso de la gloria en cinosura fúlgida de eternidad. Y en el dolor unánime del pueblo, Rovirosa y Sidar serán un símbolo; la columna de fuego que guiará a nuestra raza a la victoria final; estrofa heroica de la gran tragedia de superarse y superarse siempre sin soluciones de continuidad. Y mientras sangra el corazón en la capilla ardiente de la noche, formo para los héroes esta humilde corona de laurel. Para rendir tributo ninguna voz es débil, ha dicho Martí”.

HAY DE TÍTULOS A TÍTULOS


Éste, es un reconocimiento personal, a mi Profesión, a la Fuerza Aérea Mexicana, a mis compañeros, a la Escuela Militar de Aviación que me formó, al Colegio del Aire que me cobijó en la Basé Aérea de Zapopan, y a muchas aventuras que viví con... LAS ALAS EN MI PECHO. 


Mientras que mi título profesinal, que está impreso en piel de puerco, dice:

LA SECRETARIA DE LA DEFENSA NACIONAL

Otorga al C. Subteniente de Fuerza Aérea

FRANCISCO LAVÍN MARMOLEJO

El título de Piloto Aviador Militar en atención a que cursó satisfactoriamente sus asignaturas correspondientes al Plan de Estudios en vigor, en la Escuela Militar de Aviación dependiente del Colegio del Aire, de acuerdo con los programas respectivos y fue aprobado en el Examen Profesional que sustentó el día 1 de julio de 1966 en la Base Aérea militar de Zapopan Jalisco.

Dado en la Ciudad de México Distrito Federal el día 1 de julio de 1966.



Ahora, si yo me hubiera titulado en Tampico Tamaulipas en 1926, mi título impreso en una hoja de papel normal hubiera dicho:

“El suscrito, Piloto Aviador con Título de la Armada del ejército Americano y empleado de la Compañía Mexicana de Aviación S. A. de este puerto:

CERTIFICA

Que el señor FRANCISCO LAVÍN MARMOLEJO puede considerarse apto para ejercer como PILOTO AVIADOR DE TURISMO, en atención a que ha realizado en mi presencia y de manera perfecta, las siguientes pruebas prácticas que ejecutó, estando solo a bordo del avión Curtiss JN-6H:

1.- Un vuelo de más de una hora de duración a más de mil metros de altura sobre el lugar de la prueba, aterrizando en vuelo planeado sin poner nuevamente en marcha el motor, deteniéndose el avión justamente, dentro del círculo de ciento cincuenta metros de radio, fijado para el objeto por el suscrito, antes de la prueba.

2.- Un vuelo a más de cien metros de altura y menos de doscientos, describiendo una serie continua de cinco circuitos en forma de ocho, efectuando cada viraje alrededor de dos puntos señalados de antemano en el terreno y distantes entre si, en quinientos metros. El aterrizaje se realizó parando el motor antes de llegar a tierra, deteniendo el avión a menos de cincuenta metros del punto señalado por el examinado antes de su salida.

El presente certificado surtirá sus efectos exclusivamente ante la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, quien autorizará oficialmente para el ejercicio de la funciones necesarias de:

PILOTO AVIADOR DE TURISMO

Dado en Tampico Tamaulipas, 22 de Diciembre de 1926
El piloto aviador Matt A. Nieminen




Finalmente daremos el título que se entregó a FRANCISCO LAVÍN MARMOLEJO durante su graduación como volador en 1516.

Para esto, déjenme explicar el ritual que se lleva a cabo a más 20 metros en lo alto de un poste, donde se sitúa el caporal, personaje que toca un teponaztle y una chirimía, y coordina el ritual. Cada señal que el caporal hace es un tipo de acrobacia, en una de ellas cada danzante volador salta al vacío, sujetado por la cintura, boca abajo y afianzándose con las piernas y gira 13 veces cada uno de ellos, que multiplicado por los cuatro voladores da el resultado de 52, ya que este número es el símbolo del ciclo de 52 años del calendario indígena o Xiuhmolpilli. Finaliza cuando los participantes empiezan a abrir el círculo hasta tocar el suelo. Si los espectadores aplauden alguno de los voladores dobla las piernas y se toca los pies con las manos, siendo esta una maniobra muy difícil que solo puede durar unos segundos.

El título, cincelado en una piedra braza del Pedregal de San Ángel dice así:

Yo el gran Tlatoani de Aztlán: NETZAHUALCOYOTL certifica que:

El volador FRANCISCO LAVÍN MARMOLEJO

Complementó su descenso, formado junto con sus compañeros de escuadrilla, las trece vueltas en picada lenta, dentro de la espiral obligatoria, donde efectuaban maniobras de barrena, dejando en claro que esta danza del volador, es una ceremonia propiciatoria mediante el cual se establece un diálogo con las fuerzas de los elementos naturales y sobrenaturales donde el volador, que es un danzante; es el símbolo de la pervivencia humana. Para que el día de mañana pueda surcar los aires como la águilas y lleve LAS ALAS EN SU PECHO.  

martes, 26 de mayo de 2009

LOS GAJES DEL OFICIO


Éste, es un reconocimiento personal, a mi Profesión, a la Fuerza Aérea Mexicana, a mis compañeros, a la Escuela Militar de Aviación que me formó, al Colegio del Aire que me cobijó en la Basé Aérea de Zapopan, y a muchas aventuras que viví con... LAS ALAS EN MI PECHO


Son los gajes del oficio los que uno tiene que soportar. Todo porque el material aéreo siempre está expuesto a las condiciones metereológicas, a las fallas mecánicas, a la falta de experiencia o a los maleficios por lo de aquello de que el no cae, resbala.

Ahora quisiera referirme al avión ARAVA IAI 201, un avión Israelita con capacidades de despegar y aterrizar en pistas cortas por sus características de STOL (Short Take Off Landing) y poder llevar hasta 25 soldados equipados con su equipo de combate, cargas voluminosas o hasta un jeep armado con sus cuatro operadores. Nuestra Fuerza Aérea adquirió 16 de estas aeronaves en 1973, cuando apenas tenía cuatro años de que voló el primer prototipo, que fue el 8 de mayo de 1971. Desde el 15 de mayo de 1973 que pasó revista de entrada este material dentro de los activos de la Fuerza Aérea han prestado un magnífico servicio a nuestra nación.

Las características técnicas son:

Tripulación: Piloto y Copiloto.
Envergadura: 20.09 mts.
Largo: 13 mts.
Altura: 5.2 mts.
Peso máximo: 6,803 kgs.
Motores: dos Pratt & Whitney PT6A-34.
Velocidad de crucero: 320 Km/h.
Velocidad de Aterrizaje: 140 Km/h.
Techo: 22,000 pies.
Carrera de despegue: 223 mts.
Carrera de aterrizaje: 119 mts.
Autonomía: 1,300 Km.


Con su peculiar figura cónica, algunos se han atrevido a decir: “Es un aguacate con alas” Y este gran avión que ha llevado alimentos, que ha rescatado a personas damnificadas, que ha transportado a las tropas requeridas en puntos clave para la lucha contra el narcotráfico, al que se han atrevido a compararlo con un aguacate, ha tenido algunos anécdotas como el que pasó el 16 de septiembre de 1998 cerca de las tres de la tarde: En una pista provisional que se preparó en el Kilómetro 147 de la carretera Tonalá-Tapachula, se enfiló el ARAVA matrícula FAM 2015, para entregar provisiones a los damnificados de Pijijiapan Chiapas, cuando de repente saliendo de entre la niebla, el avión golpeó contra un bordo que estaba en el lado derecho de la faja de tierra. En este incidente quedaron lesionados tres oficiales y un elemento de tropa quienes fueron trasladados a Tonalá para su atención médica.

Pero como decimos: “ESTOS SON LOS GAJES DEL OFICIO”  

lunes, 25 de mayo de 2009

NO VEO, NO VEO, NO VEO...


Éste, es un reconocimiento personal, a mi Profesión, a la Fuerza Aérea Mexicana, a mis compañeros, a la Escuela Militar de Aviación que me formó, al Colegio del Aire que me cobijó en la Basé Aérea de Zapopan, y a muchas aventuras que viví con... LAS ALAS EN MI PECHO. 


Creo que todos los pilotos hemos tenido algún anécdota en nuestra vida profesional. Esto que les voy a platicar nos pasó a Carlos González Gómez, a Misael Orrostieta Díaz y a mi un día de mayo del año de 1967, cuando salimos a volar una hora de formación: González Gómez de líder, yo de ala derecha y mi compadre Orros de ala izquierda.

Salimos los tres volando el avión T-28 llamado TROJAN. Este avión es de marca North American, este entrenador fue asignado para el uso mayoritario de la Marina de los Estados Unidos durante los años 50. Participo en la guerra de Corea. En México lo tuvimos desde 1958 ya que adquirió 88 de estos aviones los cuales fueron repartidos en todos los escuadrones de pelea. 

Permítanme dar primero las características generales del T-28:
Tripulación: 2 pilotos
Longitud: 10,06 m
Envergadura: 12,22 m
Altura: 3,86 m
Superficie alar: 24,9 m²
Peso vacío: 2.914 Kg.
Peso máximo de despegue: 3.856 Kg.
Planta motriz: Motor radial Wright R-1820-86 Cyclone, 1.063 kW (1.425 HP)
Rendimiento:
Velocidad máxima operativa: 552 km/hr
Techo de servicio: 10.820 m o 35.500 pies.

Antes de despegar, a la hora del briefing, el comandante mayor Florentino Rodríguez Cota nos dio instrucciones. González Gómez le pidió autorización al comandante permiso para que antes de hacer el Pitch-out para aterrizar, que se nos permitiera dar unas pasadas volraceando sobre la pista. El comandante lo autorizó diciéndole que se hiciera con la autorización del controlador de la torre.

Despegamos y nos fuimos a practicar a nuestra zona asignada, sobre la playa cercana a Todos Santos. A los cuarenta minutos regresamos al aeropuerto para dar las pasadas a baja altura sobre la pista. Pasamos sobre la pista de sur a norte. Al final de la pista González Gómez ascendía a mil pies y viraba a la izquierda para volver a bajar sobre cabecera de la pista 36 para dar una segunda pasada. Orrostieta y yo pegados a él como lapas.

Entonces a nuestro líder, se le ocurrió solicitar la siguiente pasada de este a oeste, al través de la pista. Fue autorizado por el controlador de torre y ahí vamos, volando al ras de la carretera que va a los Planes, nos enfilamos hacia el aeropuerto, cruzamos la pista y a unos 500 metros de ella había un basurero y la mala suerte de Carlos hizo que le pegara con su parabrisas a un zopilote que estaba en el basurero y que le golpeo el cristal quedando embarrado en el parabrisas llenándolo de plumas y sangre.

Entonces vimos como el T-28 de González Gómez ascendió abruptamente y el gritaba: “NO VEO, NO VEO, NO VEO...” 

Nos explicó que lo que le había pasado, fue que mató a un zopilote con el parabrisas del T-28. y lo único que veía era sangre y plumas negras entonces mi compadre Orros le dijo: “Aquí vamos Lavín y yo detrás de ti, ya estamos a dos mil pies, nivela tu avión y déjame, me pongo de líder, tu me sigues y Lavín te va a ir cuidando, vamos a hacer un viraje amplio y vamos a descender muy suave, tu me sigues y te vamos a dejar sobre la cabecera. Lo único que tienes que hacer es bajar tu velocidad en el momento que toques la pista y frenar lo más rápido posible, viejo, ayúdame” a lo que yo le contesté “Torre La Paz, solicitamos aterrizar sin hacer el Pitch-Out, estamos en inicial a la pista 36, todos, tren abajo. Ahora aletas un cuarto. Checa tu velocidad compadre” Y así fuimos descendiendo, y mi compadre se enfiló a la pista 36, se enfiló a la orilla izquierda de la pista para dejar al T-28 de Carlos al centro de la pista y yo de tres por el lado derecho de la pista.

Y así, el T-28 de Carlos tocó la pista en su parte central y muy rápido frenó al avión. Llegó Benjamín Castillo Argüello con el top y arrastró al T-28 a la plataforma del escuadrón. Lavaron el parabrisas y Carlos González Gómez, ya pudo ver, como llegó la noche mientras estaba arrestado por haber volraceado un basurero lleno de zopilotes. 

jueves, 21 de mayo de 2009

LA QUINCENA DEL PILOTO


Éste, es un reconocimiento personal, a mi Profesión, a la Fuerza Aérea Mexicana, a mis compañeros, a la Escuela Militar de Aviación que me formó, al Colegio del Aire que me cobijó en la Basé Aérea de Zapopan, y a muchas aventuras que viví con... LAS ALAS EN MI PECHO. 
Como en todos los trabajos, profesiones y oficios, los pilotos siempre andamos asaltando al pagador, ya sea que se pierdan los haberes, que se esfume el aguinaldo o que los pagos de marcha no alcancen me atrevo a colocar este pequeño poema.

Al fin has de llegar amada mía
Entre mis manos te tendré por un momento,
Para después sentir el cruel tormento
De que te esfumes en ese mismo día.

Partirás prodigando tus favores
A esa gente, que muerta ver quisiera,
Al tendero, al abonero, a la casera
A todos mis feroces acreedores.

Dos veces al mes con tu llegada
Se satura de luz mi firmamento,
Y cuando tardas en venir yo siento
Que la vida sin ti, no vale nada.

Por catorce días espero tu regreso
Con ansia loca y afán desesperado,
Y al llegar nada más te doy un beso
Pues vienes a mi, para alejarte de mi lado.

Yo quisiera que fueras más gordita
Que tu no tuvieras tantos pretendientes,
Que no te torturaran tantos clientes
Para poderte yo, gozarte completita.