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jueves, 7 de mayo de 2009

LA PALABRA ES BELLA CUANDO SE REFIERE A...


Éste, es un reconocimiento personal, a mi Profesión, a la Fuerza Aérea Mexicana, a mis compañeros, a la Escuela Militar de Aviación que me formó, al Colegio del Aire que me cobijó en la Basé Aérea de Zapopan, y a muchas aventuras que viví con... LAS ALAS EN MI PECHO. 

La palabra es bella cundo rima, cuando explica la belleza de la vida, por eso algunos pilotos además de volar nos hemos atrevido a incursionar en la poesía. He aquí una muestra de esto.

En primer lugar permítanme dar a conocer de un escrito que me hizo llegar Víctor Juárez Rojas de una persona que se llama Alondra donde nos narra su experiencia:

QUISIERA DESCIFRAR
“Todavía no atino a descifrar, a definir el espasmo que sufrí al mirar, al sentir como una máquina con infinito tonelaje y velocidad se enfrento a lo inusitado de una poderosa masa eólica. La aeronave que protagonizó este hecho, un Boeing 757, con cupo lleno, fue guiada por la experiencia, por la práctica y por un desempeño amoroso al trabajo que un comandante, un piloto aviador militar que durante sus servicios porta un uniforme impecable, sus zapatos muy lustrosos y las alas de aviador muy brillante.

Sus manos y sus ojos fueron inamovibles, una mente pronta e inequívoca para ejercer y enfrentar lo invisible a la mirada mundana, su mirada se clavó sobre la pantalla del radar que le indicaba una variabilidad ambiental y que con un ligero desvío giraría la suerte del vuelo al esquivar la turbulencia necia que provenía de densas nubes que protegen témpanos glaciares en su interior y que son acomodadas y arrastradas por poderosos vientos bajo el infinito manto celeste-

Decisión, coraje y temple, fue lo utilizado para enfrentar a la noble pero indomable naturaleza, fueron los factores de protección, que, además de capacidad, habilidad e inteligencia se conjugaron en el responsable que dio estabilidad a la aeronave, a sus pasajeros. Solo él, podía mostrar la eficiencia porque está al frente, porque va al mando... de la vida misma.

¿Pero quien puede contestarse a que se enfrenta un aviador? Si su tarea se vislumbra tan sencilla, tan cercana, con nulas complicaciones por contar con el apoyo de sus auxiliares, copiloto, sobrecargos, piloto automático que le facilitan la labor y que puede corregir trazos de vuelo o proponer alternativas para mejores rutas de trayecto.

Afinar el contacto de la aeronave con la pista en el momento del aterrizaje, es decisión de cálculo humano y es en este instante el momento más emocionante de toda la operación aérea para el pasajero que lo siente desde su asiento y que siempre aplaudirá cuando se da cuenta que el aterrizaje fue de mantequilla. Otro momento que el pasajero siente intensamente es el despegue donde el piloto enfrenta con serenidad, el que su nave se eleve en el aire.

Un piloto aviador militar con el rango de comandante, me dejo apreciar la grandeza de la relación que mantiene entre máquina y naturaleza. Ahí noté que esta relación lo mantiene enamorado a su profesión.

Creo que volar un avión, vencer a la tormenta para contemplar una playa en el horizonte, saborear una placentera bebida, disfrutar de la fragancia que deja una seductora mujer a su lado, y estar entregado a sus pasajeros, es lo que él agradece a Dios por su existencia”

Como les digo algunos pilotos además de controlar a las aeronaves, nos atrevemos a usar la palabra para decir lo que sentimos. Quien no recuerda el bello poema de Jorge Rangel Camposeco (q.d.e.p.) que fue cadete de la XX generación.

COMO ÁGUILA CAERÉ

Como águila caeré
y en un estruendo atronaré los montes
que me vieron surcar el cielo
en mi eterno afán de peregrino.

Como águila caeré
es mi destino el pagar de un golpe
la osadía de humillar el valle
de surcar los aires y de buscar a Dios.

Como águila caeré
y hasta el fondo del abismo irán a recogerme
los que crean que ahí
terminó mi postrer vuelo.

Cuando el abismo será el nido
donde ya libre de carnal estorbo
emprenderé por fin
MI PRIMER VUELO SOLO.

También Juan Chatoyán Apajián entre otros poemas de él nos deja este que dice:

HE DEJADO DE VOLAR

He dejado de volar
pero al dejar de volar
no significa que he muerto.

Ahora he empezado otro vuelo
el vuelo hacia el encuentro del espíritu
el crecimiento que nunca termina
hacia la búsqueda de la trascendencia.

Ahora mi ruta es mi yo interno,
mi familia, mi entorno, la vida misma
mi vuelo ahora significa libertad, tranquilidad, 
meditación, amor y el recuerdo de muchas horas
de felicidad en contacto con la tierra,
dominando valles, montañas, mares y ríos.

Con mis nuevas alas volaré más alto
y me llevarán más cerca de Dios y del alma,
sin medir el tiempo, sin prisa, sin un destino fijo
únicamente buscando la paz interior
y disfrutar cada momento como un regalo de la vida
viviendo los misterios que en ella se encierran.

He sido un hombre afortunado por haberme permitido
surcar los cielos y haber plegado
mis alas limpias hasta el final
con alegrías y sinsabores, pero siempre feliz por volar.

Y ahora permítanme darles a conocer un poema de un servidor cuyo nombre es:

A GOLPE DE ALA

Volando a solas, por el hosco cielo,
entre la recia tempestad que brama,
un instante nomás detengo el vuelo
para mirar mejor el panorama.

De pedestal me servirá la cumbre
que el necio insulta cuanto más le asombra;
¡Al hombre hiere la celeste lumbre
y por vengarse la convierte en sombra!

A golpe del ala, con mi solo orgullo
disfrutaré la tempestad violenta;
para el que ama la lucha no hay arrullo
como el ronco bramar de la tormenta.

No he de inquietarme si la envidia crece
entre la baja humanidad abyecta;
mientras más alto el águila se mece
es mas grande la sombra que proyecta.

Más seguro me siento de mis sueños
mientras más de los hombres me retiro,
que mientras más me elevo más pequeños
a los que yacen en el fondo miro.

No me importa el trueno ni la nube
aunque la mire en tempestad deshecha;
más segura está el águila que sube
a donde nunca llegará la flecha.

¡Volar desde los aires se depuran
y se siente el fulgor de lo divino
muy lejos de los cuervos que procuran
la basura que lleva el remolino!

¡Que truenen rayos y que silben flechas
mientras la cima azul mi vuelo escala
las aves fueron para el vuelo hechas
y el espacio infinito para el ala!

No he de caer como la enhiesta encina
que arranca bronco el huracán, de cuajo;
si alguna vez el rayo me fulmina
será de arriba... ¿Pero no de abajo!

Así la nube, convertida en velo,
será cortina de mi propia gloria;
atrás veré resplandecer un cielo
y cubrirá bajo mis pies la escoria.

Para el que ama el espacio no hay anhelo
como el de hacer de nubes una escala,
desafiar la borrasca, alzar el vuelo,
¡Y cruzar la tormenta a golpe de ala!...

Como ven, la palabra siempre será bella cuando se refiere a nuestra función de Pilotos Aviadores.

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