El vuelo en formación.
El volar en formación no es
un invento humano, hace millones de años que las aves lo llevan a cabo, a veces
por sobrevivencia a veces por conveniencia, pero lo hacen a la perfección y
aparentemente sin ningún esfuerzo. Los maestros para mí son los pelicanos. Es
sorprendente verlos al amanecer en cualquier playa de La Paz en formaciones de
dos, tres, cuatro, cinco y hasta 10 o más elementos pasar “volraseando” (de vol
rasse, vuelo bajo) sobre la superficie del mar en perfecta formación siguiendo
al líder, ellos lo hacen por una razón muy importante, el líder “corta” el aire
y le permite al siguiente volar sin esfuerzo, y así sucesivamente, es un
principio básico, hasta los ciclistas en una competencia lo utilizan, los
pelotones se forman y se apoyan mutuamente, así pues las formaciones son muy
importantes.
Una formación sea en tierra,
en el mar o en lo que yo llamo “la tercera dimensión”, o sea, en el aire, es
básicamente un gran trabajo en equipo, todo debe estar perfectamente bien
coordinado y se debe observar una estricta disciplina, como en una sinfonía.
Todos y cada uno de esos eslabones debe trabajar al unísono, so pena de echar a
perder el esfuerzo.
En el ámbito militar las
formaciones tienen primordialmente dos objetivos: la concentración de fuego y
la protección mutua, eso en cualquier fuerza aérea es básico. En el acontecer
histórico de la aviación militar hemos podido observar como esto los ha llevado
a lo que algunos autores mencionan como el “circulo completo” o “full circle”
por las siguientes razones: Al principio los aviones militares empezaron a
volar en forma individual haciendo o realizando labores de observación para
después informar al mando de aquellos movimientos o desplazamientos enemigos.
Pero un día se encontraron dos aviones en el mismo punto, no pudiendo hacer más
que darse un saludo, o tal vez, en un derroche de ingenio, uno de ellos sacó su
revolver reglamentario y le disparo a su enemigo, dándose cuenta que no es lo
mismo disparar en tierra que en el aire por una simple razón: la deflexión de
los disparos. Nadie salió herido, pero el intercambio de disparos fue real. De
ahí en adelante todo cambio. Aparecieron las ametralladoras alemanas Spandau,
las Parabellum y las Hotchkiss, casi todas en el rango de los 8-mm., así como
las británicas Vickers y Lewis de calibre .303, todas ellas operadas y
disparadas por los pilotos distrayendo una mano, la otra para los controles y
el acelerador. El piloto tenía que apuntar, disparar y recargar, aparte de
volar su avión. Rápidamente se dieron cuenta que atacando con dos o más aviones
se tenía mayor efectividad, así nacieron las formaciones militares. Actualmente
hemos retornado a los ataques con un solo avión, por su gran capacidad de
destrucción, de ahí es donde se cierra el círculo.
El volar en formación es una
de las maniobras militares más hermosas, que requiere de una gran coordinación,
mucho pilotaje y una vigilancia constante, desde que se inicia el rodaje hasta
volver a poner los frenos una vez terminada una misión. Ninguno de los pilotos
se puede dar el lujo de un descuido, so pena de sufrir un accidente. Los
diferentes grupos militares de exhibición ejemplifican la labor de entrenamiento
y disciplina que caracterizan la mayoría de las fuerzas armadas del mundo,
ocurren desgraciadamente los accidentes, pero es el precio que los pilotos
están dispuestos a pagar por hacer lo que a ellos más les gusta, siempre lo
hemos hecho, y lo seguiremos haciendo.
Estar en la proximidad de
otro avión requiere de una vigilancia constante, de lo que se trata es igualar
la velocidad del líder, que no se nos mueva ni un centímetro, para eso los
pilotos tomamos referencias de acuerdo al tipo de avión que volamos, por
ejemplo, en el T-28 de la FAM , colocamos la división entre el alerón y el flap
y la colocamos a 45 grados de los cowling flaps del motor, como ya sé que no
entendieron les explicaré: solo trazamos una línea imaginaria entre ciertas
características del avión y tratamos a toda costa de mantenerlas, ese es
nuestro gran secreto. Claro, tenemos que mantener esa posición para efectos
visuales es decir, que desde abajo se vea simétrica, y en realidad, modestia
aparte, si lo logramos, como lo mencione anteriormente, a base de puro pilotaje.
Las formaciones en todas las
fuerzas aéreas del mundo reciben nombres similares de acuerdo al número de
aviones que participan, por ejemplo, una formación de dos aviones aquí en
México la llamamos: “elemento”; tres o más aviones ya sería una “escuadrilla”.
En toda formación existe un
líder, que como si fuera un director de orquesta “da la pauta”, para lo cual
antes de despegar se lleva a cabo un extenso “Briefing” o “reunión previa” en
el que se señalan y discuten todos los pormenores de la maniobra a efectuar,
incluyendo rutas de escape, tiempo meteorológico, señas visuales, cadencias de
rompimientos, tiempos y sincronización de acomodamientos, etc., etc. En este
tipo de reuniones se cubren todos los aspectos de seguridad. Como en una gran
orquesta sinfónica: todo mundo debe estar en la misma sintonía y siguiendo la
misma partitura.
Participar en una de estas
grandes formaciones es llevar la adrenalina al tope, no hay nada comparable a
estar esperando la orden de despegar atrás de un escuadrón de transportes
pesados, los cuales van a dejar una turbulencia de estela similar a un pequeño
huracán. Nuestro avión se va a zarandear como si quisiera despegar sin haber
soltado los frenos, de repente, llega la orden del líder moviendo su casco
hacia adelante con mucha decisión, y allá vamos, todos tratando de mantener
nuestra posición en aquel “mare magnum”, despegamos, tren arriba, cierren
espacios, escuadrillas a integrarse, todo mundo tome su lugar. Nos dirigimos
hacia el punto de reunión señalado en el briefing, empezamos nuestro patrón de
espera, veo un T-28 muy rezagado de su escuadrilla, muy probablemente con el
motor fallando, sale humo de su escape, de repente se desprende de la formación
y se dirige hacia una de las pistas del aeropuerto de la ciudad de México, va
en emergencia, ese Pratt and Whittney no resistió la presión de la maniobra de
formación. Aterriza sin novedad. Ya la hicieron. Motor desbielado, nada
inusual.
La macro formación sigue. Yo
debo mantener mi posición. Soy número tres de la primera escuadrilla del
Escuadrón 201. Si, aquel de grata memoria. Estoy de base en Cozumel, y viajamos
desde la isla hasta la Base Aérea de Santa Lucia para participar en lo que
nosotros llamamos “Parada Aérea”, un orgullo para cualquier piloto de la FAM.
Al dirigirnos a aterrizar, después de cumplir con nuestras “pasadas” sobre el Zócalo,
el T-28 que iba enfrente de mí, se cambió súbitamente de lugar, es decir, en
lugar de aproximarse por la derecha se deslizó hacia la izquierda, obligándome
a cambiar ligeramente mi enfilamiento, pero al estar sobre la pista vi
claramente como ese T-28 entraba a la zona lateral de la pista y de repente lo vi
saltar por los aires, al menos el motor, y el resto del avión quedo invertido
en una zanja, cuando pase a un lado de ellos vi como los pilotos trataban de
salir de la cabina, de inmediato declare una emergencia, pero en la confusión
de tantas llamadas nadie me puso atención, hasta que un piloto de los T-33 le
dijo a la torre que un T-28 se había “capoteado” y fue entonces que salieron
los servicios de rescate por ellos. Afortunadamente a los pilotos no les pasó
gran cosa. La conclusión del asunto fue que se “enchiflonaron” por aterrizar
atrás de los “pesados”, es decir cayeron en la estela de los C-54 y DC-6. Hasta ahí quedo el susto.
Como ya quedo esclarecido,
volar en formación es únicamente seguir al líder, mantener uno su posición y
tan tan. Fácil. ¿No? Pero eso tiene sus “asegunes”. Para empezar tiene uno que
aprender a seguir instintivamente los movimientos del avión líder, al ver que
se mueven sus controles tiene uno que reaccionar de acuerdo, aún antes de
recibir la seña, esa es la clave de los “Thunderbirds” de la USAF y ni que
decir también de los “Blue Angels” de la Armada. Seguir al líder, estudiar las
maniobras y apegarse a los procedimientos, es un solo ejercicio. La seguridad,
como en cualquier vuelo, es absoluta. Y de qué va a haber fallas, va a haber
fallas, somos humanos y como decimos en la FAM: “solo Jesucristo es perfecto”
Los vuelos en formación,
eventualmente se convierten en un asunto de todos los días para los pilotos
militares, de hecho es lo que más extrañamos cuando nos retiramos a la vida
civil, alcanzar un avión, formarle a un lado y seguir sus movimientos es tan
fácil para un piloto militar que lo hacemos instintivamente, sin ver los
instrumentos, sin ver la velocidad, al avión lo sentimos en las manos, así
fuimos entrenados y eso no nos lo pueden quitar, es un sello para toda la vida.
Teatro de Combate del
Pacifico del Sur, en las Filipinas durante la Segunda Guerra Mundial:
Misión No. 12 del Escuadrón
Aéreo de Pelea 201, 7 de junio de 1945.
Se bombardearon
concentraciones de tropas enemigas en el área de Infanta: Resultados: La misión
se llevó a cabo durante la tarde, la formación de 7 P-47 mexicanos soltaron 14
bombas de 1,000 libras tipo GP ANM-65 exactamente sobre el objetivo.
Misión 1-12 15 de junio de
1945.
Se bombardeó y se
ametrallaron posiciones enemigas en Tuguegarao. Resultados: La misión se llevó
a cabo con todo éxito. La formación de 7 aviones mexicanos P-47 bombardeó el
área del blanco. Se observó un impacto directo en los edificios que estaban
marcados como blancos. Otro impacto se observó en la intersección de una vía de
comunicación. El Capitán Redames Gaxiola reportó que se observaron varias
columnas de humo en los blancos.
Los ejemplos anteriores,
independientemente de que se trate de nuestro Escuadrón 201, nos simbolizan la
efectividad de utilizar las formaciones para atacar un blanco, imagínense 4
P-47 ametrallando un blanco, son 16 ametralladoras calibre .50 descargando
plomo a discreción, un castigo terrible que puede destruir incluso tanques. Ese
es uno de los propósitos de las formaciones, la concentración del fuego.
La otra sería defenderse
unos a otros. Cuando los aviones de caza
se ven amenazados se protegen entre ellos, aquel piloto que rompe la formación
se ve expuesto a ser atacado en forma selectiva, por eso mantener la disciplina
de vuelo es esencial.
Después de horas y horas de
practicar las formaciones llega uno a controlarlas, en la Escuela Militar de
Aviación primero formábamos dos aviones, luego tres y hasta cuatro, luego los
Instructores de Vuelo nos “soltaban” una vez más y formábamos con ellos. Luego
nos fuimos “de ruta” todo el escuadrón, en donde todos los aviones disponibles
salíamos en formación, sin embargo eso no nos impidió a cada quien llevar su
propia navegación, los conceptos de: Tiempo-Velocidad y Distancia siguieron
prevaleciendo. Hasta el día de hoy.
En el AT-6 no fue diferente.
Tren retractable, Flaps, Sistema Hidráulico, Radio Comunicación, pista de
asfalto, paso variable de la hélice, todo lo llegamos a controlar, y de nuevo…
¡a formar! Otras referencias, otras velocidades, pero igual, mantener la
posición, y en el Pitch-Out, Mezcla
Rica, Paso Adelante, Tanque más lleno, Probar sirena; Push – Tren abajo, Checar
“patitas” de tren abajo, Sirena de nuevo, Push otra vez Flaps y pista centrada. No falla, en cualquier
avión. En una ocasión salimos a una misión de “Reconocimiento Armado”. Se
trataba de simular una misión operativa en la cual los aviones van “armados”
con ametralladoras y “calientes” es decir con cartuchos de guerra. Mi
instructor en el avión líder con un alumno. Nuestra misión era reconocer la
carretera que va a Yahualica en Zacatecas, pues bien, nos fuimos “volraseando”
todo el camino, pero al llegar a Yahualica pasamos zumbando sobre las torres de
la iglesia, pero al salir de la maniobra mi avión empezó a fallar, el motor se
aceleraba y se desaceleraba solo, con trabajos pude mantener mi posición en la
formación, mi líder luego luego me llamo la atención y me dijo: “pégate”. Hice
lo que pude, pero al cabo la hélice empezó a soltar una gran cantidad de grasa
empañando mi parabrisas al grado de que no podía ver de frente, como pude
mantuve la posición, pero al regresar a la BAM 5 al momento del “rompimiento” o
“Pitch Out” perdí totalmente a mi líder, durante el viraje a “final” solo me
oriente de lado y poco a poco pude efectuar mi aterrizaje de “ruedas” y seguir
a mi líder hasta la plataforma, al llegar y estacionarme los mecánicos me
dijeron que solo fue un exceso de grasa en el “gobernador” de la hélice,
limpiaron el parabrisas y continuar, se subió el siguiente cadete. Al regresar
ese cadete tuvo el mismo problema haciendo una hermosa “rabiada” con bola al
centro. No le pasó nada, al final también se graduó. Lo bueno fue que él no fue
a la maniobra de “formación”.
Si el volar es un arte, la
formación es el epitome de ese arte, no se diga la acrobacia. Son dos elementos
indispensables en la formación de los pilotos aviadores militares.
Desgraciadamente, no es así en la vida civil, en donde solo se practican
“posiciones inusuales”, pero no es lo mismo.
Trabajar en Equipo y Volar
en Formación es un sinónimo indivisible. Una cosa no puede sobrevivir sin la
otra. Si aprende una, aprende la otra.
Muchas gracias cap. P. A. Enrique Guerrero
por esta aportación
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