Al despuntar el siglo XX se dieron inicio a los primeros
intentos para desarrollar aparatos “más pesados que el aire” es decir aeronaves autopropulsadas o no
(planeadores) que pudieran mantenerse decentemente en vuelo. Fueron muchos los
pioneros y es muy difícil establecer quien o quienes fueron los primeros en
lograrlo. Los norteamericanos reclaman esa primicia, igualmente los franceses y
los ingleses. Paradójicamente, nuestro
país fue de los primeros en donde la aviación, o el interés por el vuelo
humano, tuvieron cierta importancia. Sin querer o pretender profundizar mucho
vamos a repasar los primeros intentos por dominar el espacio aéreo.
Indiscutiblemente tenemos que mencionar los intentos
realizados por los europeos Voisin, Tissander, Louis Bleriot y Maurice Farman,
entre otros, así como los norteamericanos Wilbur y Orville
Wright de Dayton, Ohio y Glenn Curtis. Los hermanos Wright lograron la hazaña
de realizar su primer vuelo el 17 de diciembre de 1903 en las dunas de Kitty
Hawk, Carolina del Norte a bordo de su aparato denominado “Flyer” simplemente,
en el cual realizaron posteriormente varios vuelos hasta que Wilbur se
accidentó en uno de ellos perdiendo la vida un oficial del ejército
norteamericano que lo acompañaba como observador. En vista de que en Estados
Unidos nadie mostró mucho interés en su diseño, los hermanos Wright decidieron
embarcarse para Europa a probar suerte. En 1909 Bleriot cruzó por primera vez
el Canal de la Mancha. Por esas fechas el mexicano Alberto Braniff se
encontraba de vacaciones en Francia y le tocó presenciar algunas de estas
hazañas y de inmediato se entusiasmó por el vuelo. En Biarritz contactó al
aviador Michel Tabuteau quien le dio las primeras lecciones de vuelo, después
se marchó a Paris en donde tomo lecciones con los hermanos Voisin quienes a su
vez eran fabricantes de aviones. Dejó pagado un avión, se lo fabricaron y se lo
enviaron por barco a Veracruz y después por ferrocarril y a finales de diciembre de ese año (1909) lo
ensamblaron y ajustaron para volar. La familia Braniff eran dueños de un rancho
en Balbuena con llanos enormes muy próximos a la estación San Lázaro del
ferrocarril en donde Alberto mando construir un hangar para acomodar su
preciado aparato. A principios de 1910 realizó algunas pruebas en tierra y
finalmente el 9 de enero de 1910 logró elevarse hasta una altura de 25 metros.
Toda una proeza tomando en cuenta que la elevación de la ciudad de México ronda
los 2,240 metros sobre el nivel medio del mar. Es pertinente aclarar que los
aviones en general y los motores en particular tienen un enemigo poderoso en la
elevación y en la temperatura, es decir, entre mayor elevación menor
sustentación y menor potencia, igualmente, entre mayor temperatura los motores
desarrollan menor potencia. Si ambas se combinan era casi imposible para
aquellos primeros aparatos vencer esos obstáculos y remontar el vuelo. Alberto
se esmeró y logro hacer una mezcla de gasolinas con el fin de aumentar el
octanaje y obtener mejor rendimiento de su avión. Lo logró parcialmente ya que
su motor solo desarrollaba 50 HP. Finalmente en uno de esos vuelos Alberto
sufrió una aparatosa caída despedazando su avión pero el salió ileso. Su primer vuelo fue un record mundial.
Solo a manera de ilustración mencionaremos que los hermanos Wright en su Flyer
se elevaron en Atlantic City a una altitud de 1,900 metros, mientras que
Braniff en la ciudad de México alcanzó los 2,265 metros. Nada mal para aquella
época.
En febrero de 1911 el presidente Porfirio Díaz Mori contrató
los servicios de la compañía Moisant International Aviators para que llevaran a
cabo demostraciones aéreas en nuestro país. El de cómo y de donde le nació a
Porfirio Díaz esa idea es algo que todavía está por aclararse, pero el “circo
aéreo” vino a México. Primero llegaron a Monterrey en donde realizaron varios
vuelos en los alrededores de la Cervecería Cuauhtémoc ante la presencia de un
gran número de espectadores que llegaron procedentes de Saltillo, Torreón y
Zacatecas. Casualmente entre los pilotos que participaron en aquellas
demostraciones se encontraba el aviador francés Roland Garros quien
participaría posteriormente en la Primera Guerra Mundial.
Ya en la ciudad de México se llevaron a cabo múltiples vuelos
de demostración sobre el Bosque de Chapultepec y sobre la columna de la
Independencia así como sobrevuelos del Zócalo. La primera gira de los Moisant
terminó en el puerto de Veracruz.
En 1911 contratado por el señor Ernesto Pugivet llegó a
México un Bleriot XI equipado con un motor de 25 HP, su piloto Duval nunca pudo
hacer despegar a este aparato y el señor Pugivet terminó vendiendo su avión al
piloto mexicano Miguel Lebrija quien finalmente logró efectuar algunos vuelos
con el Bleriot.
El 25 de mayo de 1911 Porfirio Díaz renunció a la presidencia
de la república y el 31 se marchó en el Ypiranga. Francisco León de la Barra es
nombrado presidente provisional e inmediatamente llamó a elecciones en donde
salió vencedor Francisco I. Madero. El nuevo gobierno organizó una segunda exhibición
aérea con la misma compañía de los Moisant. La novedad en esta ocasión fue que
entre los aviadores venían dos damas, Matilde Moisant y Harriet Quimby las
primeras mujeres pilotos de los Estados Unidos así como fueron las primeras
mujeres en tripular aviones en la República Mexicana. A uno de los espectáculos
asistió, ya como presidente en funciones, el señor Francisco Madero y uno de
los pilotos, el aviador George Dyot en un gesto caballeroso invitó a Madero a
efectuar un vuelo y para su sorpresa Madero le aceptó la invitación. Se
subieron al avión, Madero ocupó el asiento delantero, arrancaron el motor y
despegaron, efectuando varias elegantes evoluciones que emocionaron a los
presentes, después de 12 minutos aproximadamente aterrizaron sin novedad. Este solo hecho fue histórico,
constituye la primer ocasión en el mundo que un jefe de estado, en ejercicio de
su cargo había realizado un vuelo, no solo eso sino que también es el primer
presidente en el mundo en volar arriba de los 2,000 metros, record que duró
mucho tiempo.
En 1912, cinco jóvenes mexicanos de diferente procedencia y
estratos sociales, solicitaron al gobierno maderista su apoyo para estudiar
aviación en los Estados Unidos y así poder coadyuvar a la causa revolucionaria,
ellos fueron: Alberto Salinas Carranza, Gustavo Salinas Camiña, coahuilenses y
sobrinos de Don Venustiano Carranza; Horacio Ruiz Gaviño, Juan Pablo y Eduardo
Aldasoro Suárez. Se les concedió dicho apoyo. Poco a poco estos jóvenes fueron
avanzando en sus respectivos cursos, siendo sancionados tanto por la National
Aeronautic Association como por la Federation Aeronautique International (FAI).
Al terminar sus estudios Alberto Salinas recibió el “brevete” (licencia) número
170
Así, llegamos a 1913. Ante la situación política reinante que
desembocó en lo que conocemos como la Decena Trágica. Al triunfo del
“Cuartelazo” Victoriano Huerta, hijo predilecto del Colegio Militar, manda
asesinar al presidente Francisco Madero y al vicepresidente Pino Suarez
desatando un periodo negro en la historia nacional. Huerta nombra Secretario de
Guerra y Marina al general Mondragón.
Es de destacar durante este periodo la formación, por un
lado, de una pequeña unidad aérea dentro del ejército federal llamada:
“Escuadrilla Aérea de la Milicia Auxiliar del Ejército” que contaba con 3
aviones requisados, 1 Deperdussin, 1 Farman, y 1 Bleriot, 6 oficiales y un
elemento de tropa. Esta “escuadrilla” no realizó ningún vuelo y su existencia
fue extremadamente corta, ya que a la semana de su formación fueron desbandados
y por el otro se tuvo la designación de un grupo de 30 subtenientes
provenientes de la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan, una especie de
antesala para el Colegio Militar, que fueron comisionados a expensas del erario
público a ir a estudiar aviación a Francia. La mayoría de estos elementos
fueron eliminados del curso por diferentes razones, unos por problemas médicos,
otros por no encontrarse aptos para el vuelo, otros por accidentes e incidentes
en los cuales destruyeron un buen número de aviones que tuvieron que ser
cubiertos por el gobierno. Total de esos 30 oficiales solo 5 se
incorporaron como pilotos a la aviación
mexicana. El capitán Cervantes, quien
estaba al mando del grupo abandono la misión y se regresó a México
incorporándose a las fuerzas
constitucionalistas al lado de Alberto Salinas Carranza.
Dentro de esa etapa confusa de constantes cambios de poder,
se dio un hecho que muchos historiadores lo marcan como la “primer pelea de
perros del mundo” (como pelea de perros en aviación nos
referimos a un combate aéreo entre dos o más aviones antagónicos y durante el
cual se intercambian disparos con el fin de derribarse unos a otros). Durante
unos combates entre las tropas huertistas y tropas villistas cerca de la
frontera, un día se encontraron dos aviones, un Christoferson del lado
huertista y un Curtiss por el lado villista, en vuelo ambos pilotos
intercambiaron disparos con sus respectivas pistolas sin que nadie diera en el
blanco hasta que agotaron sus cargadores. Ambos aviones regresaron a sus
respectivas bases sin sufrir daño alguno, pero el hecho quedo registrado como
el primer combate aéreo.
Independientemente de las demostraciones aéreas llevadas a
cabo en 1911 por pilotos extranjeros y de los pilotos mexicanos Martín Mendía y
Miguel Lebrija en los cuales se comprobó la feasibilidad del empleo de los
aviones con propósitos militares no fue sino hasta 1913 cuando se presentó la
ocasión de llevar a cabo una verdadera misión de combate.
El Coronel Eduardo Hay de las fuerzas del General Álvaro
Obregón propuso la utilización de un avión como apoyo de las operaciones de
asedio del puerto de Guaymas, Sonora, para tal efecto se comisionó al capitán
Joaquín Bauche Alcalde para que procediera a la compra y adquisición de un
aeroplano en los Estados Unidos. Así se hizo, pero debido a la prohibición de
la venta y exportación de material militar hacia México se las tuvieron que
ingeniar para “contrabandear” aquel aparato el cual pasó a través de la aduana
norteamericana en una caja con la leyenda: “Gallinero Azteca” Manéjese con
precaución y cuidado. El avión fue armado y puesto a punto y como piloto se
contrataron los servicios del francés Didier Mason y el capitán Bauche Alcalde
como observador. A la tripulación se les ordeno llevar a cabo varios vuelos de
observación para ubicar las tropas enemigas, pero en uno de esos vuelos Didier
Mason perdió el control y sufrieron un accidente sin consecuencias personales,
pero el avión quedo dañado. Fue reparado y en esta ocasión llego a incorporarse
como piloto el recién graduado en la Moissant Aviation capitán Gustavo Salinas
Camiña. El avión en cuestión, un Martin Pusher bautizado como “Sonora” después
de algunos vuelos de familiarización de Salinas con Masson quedo al mando del
mexicano quien llevo a cabo lo que se conoce como la primera batalla aeronaval
del mundo entre el cañonero federal “Tampico” y el avión carrancista en el
puerto de Topolobampo. Aunque no hubo impactos directos del bombardeo, el
“Tampico” salió huyendo para buscar protección en otro lugar.
Posteriormente el capitán Salinas se dirigió al puerto
de Mazatlán, Sinaloa para cooperar con
las fuerzas del general Obregón que atacaban esa importante plaza. Por ese
tiempo se dio la invasión del puerto de Veracruz por fuerzas norteamericanas,
por lo que el régimen espurio de Huerta lanzó una campaña para pedir apoyo de
la población para desalojar al enemigo, pero sus planes eran otros, de manera
que para contrarrestar esas noticias el señor Carranza (no le gustaba que le
dijeran “general”) ordeno distribuir panfletos en donde explicaba la situación
de las fuerzas invasoras y ese trabajo lo llevo a cabo el capitán Salinas
utilizando el avión a su cargo. También se le asignó la tarea de bombardear las
fuerzas federales de mar y tierra. Estos
vuelos de ataque a fuerzas enemigas en el puerto y rada de Mazatlán constituye
para mí un hecho histórico que ha pasado desapercibido ya que la mayoría de los
historiadores no le confieren ninguna importancia. Hubo sin embargo un terrible
accidente. Durante uno de aquellos bombardeos en un viraje sobre el puerto una
de las improvisadas bombas se soltó de su mecanismo de sujeción y fue a dar en
un área poblada, por lo que hubo desgraciadamente varias bajas civiles, no
podemos catalogarlo de “fuego amigo” precisamente, pero sí de “daños
colaterales”. Con el tiempo, el avión “Sonora” siguió llevando a cabo acciones
contra las fuerzas federales, pero en uno de esos vuelos sufrieron un aparatoso
accidente en las cercanías de Mazatlán quedando el aparato destruido y los
tripulantes con heridas de consideración. Me llaman particularmente la atención
los controles de vuelo de este biplano Martin Pusher ya que consistían de un
“volante” literal para mover el timón de profundidad y el timón de dirección y
por medio de un juego de cables y correas de cuero amarradas al piloto se movían
los alerones en las alas para efectuar los virajes. Este dispositivo de control
era innovador ya que los hermanos Wright no lo utilizaron al principio porque
su avión “doblaba” las alas para virar, de hecho las “torcían” en las puntas
para lograr el efecto deseado hasta que se desarrollaron los actuales alerones.
En casi todos los vuelos del “Sonora” el capitán Gustavo Salinas Camiña fue
acompañado del a su vez capitán maquinista de la Armada Teodoro Madariaga quien
había desertado de la tripulación del “Tampico” pasándose al lado
constitucionalista. El diseñó el mecanismo para sujetar y liberar las bombas.
Después de estos acontecimientos en la capital del país se trató
de organizar, equipar y poner en acción a lo que se llamó ostentosamente:
Flotilla Aérea del Ejército Constitucionalista y que básicamente contaba con
tres aviones Morane-Moisant al mando del Mayor Alberto Salinas Carranza. Se
habilitaron las instalaciones de Alberto Braniff en Balbuena así como también
se utilizaron los hangares en donde se encontraban tres aviones. A finales de
1914 se lleva a cabo la Convención de Aguascalientes en donde se dio el
rompimiento definitivo entre constitucionalistas y villistas/zapatistas. La
Flotilla Aérea entró de nuevo en campaña dirigiéndose inicialmente a San Martín
Texmelucan y posteriormente a Panzacola, Tlaxcala desde donde se inició el
ataque a la ciudad de Puebla por parte de los constitucionalistas. Carranza les
ordenó reubicar a la Flotilla a Veracruz de donde partieron hacia Campeche y
Yucatán a bordo de un vapor. Posteriormente fueron reubicados a Veracruz de
nuevo donde se embarcaron hacia Tampico para participar en la defensa de este
importante puerto del 21 de marzo al 31 de mayo de 1915. En El Ébano la
Flotilla tuvo una destacada actuación. Al terminar su misión aquí se embarcaron
a Veracruz y en ferrocarril se dirigieron a la ciudad de México en donde
quedaron ubicados temporalmente a bordo de sus propios vagones en una vía
muerta en San Lázaro.
El 15 de febrero de 1915 la Flotilla Aérea del Ejército del
Noroeste se transformó en: Departamento de Aviación a cuyo frente quedo el
Mayor Salinas. Al poco tiempo se vio la necesidad de contar con una escuela
para la formación de pilotos militares, se lanzó la convocatoria respectiva y
los exámenes de admisión se llevaron a cabo. Se presentaron 800 aspirantes de
los cuales se selecciono solo a 17, y a las 06:00 de la mañana de un
resplandeciente 15 de noviembre se iniciaron formalmente las clases. Sería muy
largo y extenso pormenorizar en los detalles del funcionamiento de la Escuela
Militar de Aviación cosa que no está dentro de las posibilidades de este corto
relato, solo me gustaría asentar que la EMA, como la conocemos, ha venido
trabajando ininterrumpidamente desde entonces a la fecha participando
activamente en la formación de miles de piloto aviadores que han dado y siguen
dando distinción a las alas mexicanas. Los primeros oficiales se graduaron en
el año de 1918.
De 1920 a 1929: Tiempo de luchas internas, pero también de
grandes vuelos.
Después de la muerte de Carranza en una humilde choza en la
localidad de Tlaxcalaltongo, lo que sería la Fuerza Aérea Mexicana y la Escuela
Militar de Aviación sufrieron un duro golpe ya que en virtud de que el Mayor
Piloto Aviador Salinas marchó como parte de la comitiva que acompañaba al
presidente Carranza, primero en ferrocarril y luego a lomo de mula. La mayor
parte de lo que era en si el personal del gobierno se vieron imposibilitados de
avanzar mucho por ferrocarril ya que fueron interceptados y balaceados, entre
ellos quedo herido de gravedad el Mayor Salinas quedando en calidad de detenido
en un hospital de la capital. Su lugar lo ocupó interinamente el oficial
Roberto Diez Martínez pero una vez que se hicieron nuevos nombramientos al
frente de la EMA quedaría el Capitán Rafael Ponce de León quien junto a su
hermano, también capitán piloto aviador militar se cuenta la siguiente
anécdota: Alguien con quien uno de los hermanos tuvo una dificultad de faldas
llamó a su casa en México, cuando contestaron la persona preguntó por el
capitán Ponce de León, ¿Cuál de los dos? – Le dijo la voz- porque los dos son
capitanes, el piloto – contesto- de nuevo: ¿Cuál de los dos?, los dos son
pilotos, -“el mayor hijo de toda su santa madre”- (con otras palabras, para mi
impublicables) y otra vez le dijo: ¿Cuál de los dos? Porque los dos son hijos
míos. (Era su mamá la que contesto la llamada).
En 1927: Vuelo del capitán Emilio Carranza a bordo del avión
“Quetzalcóatl II” apodado: “Tololoche” pero bautizado “Coahuila” por ser la
tierra de Carranza, de la ciudad de México a Ciudad Juárez en 10 horas con 58
minutos.
En 1928: Vuelo del capitán Roberto Fierro Villalobos a bordo
del avión Baja California número 2 o BC-2
de construcción nacional en talleres de Tijuana, B.C. volando desde la
Laguna Salada, cerca de Mexicali, B.C a la ciudad de México en un tiempo record
desafiando vientos, nieblas y tormentas.
En junio de 1928 el osado piloto Emilio Carranza voló desde
la ciudad de México a bordo de su Ryan muy parecido al que utilizó Lindbergh
para cruzar el Atlántico, aterrizando en el campo Bolling en Washington, D.C.
De regreso la idea era volar desde Nueva York a la ciudad de México, sin
embargo después de despegar Carranza encontró muy mal tiempo, de hecho ya se lo
habían avisado, sin embargo se dice que a raíz de un radiograma que le envió el
secretario de la defensa en ese entonces general Amaro conminándolo a que si
sentía muy hombre despegara a pesar del mal tiempo. Carranza valientemente se
enfrentó a la borrasca y fue “derribado” perdiendo la vida trágicamente. Se
dice que en su overol de vuelo se encontró aquel famoso radiograma de Amaro
quedando en poder de sus familiares.
En agosto de 1928: De nuevo el piloto aviador Fierro salió de
México con destino a La Habana, Cuba de ahí continuo hacia Belice, Guatemala,
San Salvador, Tegucigalpa, Honduras, San José Costa Rica, ciudad de Panamá,
Tepeaca, Puebla ya de regreso a México y Balbuena, en donde aterrizó sin
novedad.
Invariablemente el vuelo internacional más largo lo llevo a
cabo en un biplano de cabina abierta Douglas 02-M el capitán Pablo Sidar apodado
“el loco” por sus compañeros, iniciándolo el 24 de agosto de 1929 en Los Ángeles,
California hasta la ciudad de México para continuar a Guatemala, San Salvador,
El Salvador, Tegucigalpa, Honduras, Panamá, Barranquilla y Bogotá en Colombia,
Guayaquil, Ecuador, Lima, Perú Arica y Santiago de Chile, Mendoza y Buenos
Aires Argentina, Montevideo, Uruguay, Florianópolis, Rio de Janeiro, Santos y
Porto Alegre en Brasil, Asunción Paraguay en donde casualmente se le presentó
un joven deseoso de aprender a volar en México como el, aquel joven se llamaba
Cesar Atilio Avente Benítez, andando el tiempo el mismo Pablo Sidar lo ayudo a
que entrara a la Escuela Militar de Aviación en México en donde se graduó,
teniendo una larga y fructífera carrera dentro de la FAM sobre todo apoyando la
aviación regional en Baja California Sur, lugar en donde se quedó a residir (en
La Paz hasta su fallecimiento) pero como dicen, esa es
otra larga historia. Continuando con nuestro relato, de ahí Sidar voló a Salta
y La Paz en Bolivia, Taca y Lima en Perú, Guayaquil en donde se tuvo que
cambiar el motor ya que el otro se desvíelo, Cali, Colombia, San Buenaventura
Panamá, San José, Costa Rica, ciudad de Guatemala, Belice, La Habana, Cuba y ya
de regreso en México aterrizaron en Mérida, Yucatán, Puebla, Puebla y
finalmente la ciudad de México. De solo escribirlas me canse. Fueron 265 horas
efectivas de vuelo en todo tipo de climas tormentosos y terrenos inhóspitos, siendo honestos
existen pocos antecedentes a este vuelo en cualquier parte del mundo en esa
época. Fue una gran hazaña de Sidar.