Emma Catalina Encinas Aguayo
nació en el Mineral de Dolores, Chihuahua y tuvo la fortuna de conocer a uno de
los pioneros y más afamados pilotos militares que ha dado el país, Roberto
Fierro Villalobos, quien la apoyó cuando ella le hizo saber su interés en volar.
Fierro entonces tenía una
escuela de vuelo en la ciudad de Chihuahua y aceptó el ingreso de la joven
mujer, quien hizo sus primeras prácticas de vuelo en un avión Spartan, sin
embargo por sus estudios, se alejó temporalmente de la instrucción aérea hasta
que al cambiar de residencia a la capital del país toma clases con el piloto
Mario Castelán quien fue el único que la aceptó, luego de rechazos en la
escuela militar de aviación y de otros instructores civiles quienes al igual
que el propio Castelán dudaba de la capacidad de una mujer al mando de un avión.
Pese a esto, fue el propio
Fierro quien con apoyo de otros pilotos militares y el director de aeronáutica
militar de entonces, el general Leobardo C. Ruiz, le permitió volar en aviones
Spartan militares, modelo similares el que ella aprendió a volar en su natal
Chihuahua con un instructor militar.
Finalmente Emma Catalina
realizó su examen de vuelo el 20 de noviembre de 1932, volando sola y
cumpliendo con los rigurosos puntos que comprendía la evaluación,
completándolos exitosamente y recibió la licencia de piloto de turismo no. 54,
emitida por la entonces Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas hoy de
Comunicaciones y Transportes siendo la primera mujer en obtener una licencia de
piloto aviador. Encinas voló esporádicamente por alguna temporada hasta que
empieza a dedicarse a la traducción del idioma inglés, actividad que luego
complementó con el trabajo de intérprete, posteriormente se casó y se dedicó a
su familia hasta el día de su muerte, el 15 de noviembre de 1990.
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