Hoy toma el siguiente vuelo.
lunes, 9 de diciembre de 2019
OTRA AGUILA QUE CAE
El día de hoy falleció mi papá Capitán Piloto aviador Francisco Lavin creador de éste blog.
sábado, 29 de septiembre de 2018
FUERZA AÉREA MEXICANA
No podemos hablar de la
historia de la FAM sin mencionar los orígenes de la aviación en México. En 1910
Alberto Braniff realizó el primer vuelo motorizado en Latinoamérica, seguido
por entusiastas de la aviación como Miguel Lebrija. En febrero de 1911 la empresa
Moisant International Aviators realizó una gira en México, a fin de
comercializar sus aviones. Entonces se hicieron demostraciones enfocadas a
exponer la eficacia de los medios aéreos en campañas militares.
Tras el triunfo de la
revolución y en la segunda gira de la Moisant en México, en noviembre de 1911
Francisco I. Madero fue invitado a participar en un vuelo de exhibición a bordo
de un Deperdussin de dos plazas, convirtiéndose en el primer presidente en
volar en un aeroplano. El mandatario quedó impresionado, por lo que autorizó la
compra de cinco aviones y decidió enviar a cinco mexicanos a Nueva York, a
estudiar en la Moisant Aviation School.
Después del asesinato del presidente Madero, en febrero de 1913,
la nación sufrió una nueva revolución, ahora de las fuerzas constitucionalistas
lideradas por Venustiano Carranza contra el gobierno del general Victoriano
Huerta, por lo que el destino de la aviación tomó un nuevo camino. Sobre los
cinco mexicanos que habían estudiado aviación, no encontraron un país estable a
su regreso. De ellos, los sobrinos de Venustiano Carranza, Gustavo y Alberto
Salinas, se unieron a las fuerzas constitucionalistas, y Horacio Ruiz Gabiño
formó parte de las federales.
Huerta, consciente de la
importancia de esta nueva tecnología, en abril de 1913 reunió en los llanos de
Balbuena a Miguel Lebrija, Ruiz Gabiño, Juan Guillermo Villasana y Antonio
Sánchez Saldaña, con el fin de llevar a cabo unas pruebas aéreas y conformar la
primera Escuadrilla Aérea de la Milicia Auxiliar del Ejército Federal, la cual
nunca entró en combate. Asimismo, mandó a estudiar aviación a Francia a 31
alumnos de la Escuela Militar de Aspirantes. Con el tiempo, algunos de
ellos serían pioneros de la aviación civil en México.
Por su parte, las
fuerzas revolucionarias formaron la Flotilla Aérea del Ejército
Constitucionalista, que en primera instancia contó con un biplano Martin
Pusher, con capacidad para transportar a dos personas. Bautizada como Sonora,
la nave realizó numerosos vuelos de reconocimiento y lanzamiento de propaganda,
así como un bombardeo aéreo el 14 de abril de 1914, el cual es considerado por
muchos como el primero en el mundo. Ese día, el Sonora era piloteado
por el capitán Gustavo Salinas Camiña al bombardear al buque Guerrero,
perteneciente a las fuerzas federales, en el puerto sinaloense de Topolobampo,
cuando éste atacaba al buque Tampico, en cuyo interior
se encontraba Álvaro Obregón.
Otras naciones también
se acreditan el primer bombardeo aeronaval de la historia, y si bien es cierto
que Francia ya había hecho pruebas con estas armas, sólo fueron de
adiestramiento y no representaban un conflicto real. Cabe aclarar que el ataque
del Sonora no
logró acertar en el blanco; sin embargo, las explosiones que se produjeron
cerca del buque sí lograron persuadir a su tripulación de no continuar con su
ataque e iniciar la retirada. Sin lugar a dudas, este hecho le salvó la vida a
Obregón y le permitió continuar al frente del Ejército del Noroeste en su
avance hacia Culiacán y Jalisco, al mismo tiempo que la División del Norte y el
Ejército del Noreste avanzaban hacia la capital del país. Obregón ocupó la
Ciudad de México el 13 de agosto de 1914, y con la firma de los Tratados de
Teoloyucan (en el Estado de México) se puso fin al gobierno de Huerta e
iniciaba el desmantelamiento del ejército federal.
martes, 28 de agosto de 2018
LA CABINA DE LOS AVIONES
Por el Capitán Piloto Aviador Enrique A. Guerrero Osuna.
Antes de iniciar mi relato quiero hacer una o dos
aclaraciones pertinentes:
Con el término “cabina” muchos nos referimos al espacio que
ocupa el lugar donde van los pilotos, otros se refieren dónde van los pasajeros
o la carga y finalmente en cuanto a los aviones de combate “cabina” puede ser
tanto donde va sentado el piloto como la “cubierta transparente” de plexiglás.
Esta dualidad viene del concepto en inglés de:”cockpit” no existiendo en
español un equivalente, sin embargo el termino: “cabin” queda claro, así que me
voy a referir a él en forma indistinta. En los aviones comerciales cuando los
pilotos se dirigen a la “cabina” de pasajeros simplemente decimos: “Voy atrás”.
Los pilotos militares no tienen adonde ir. En los aviones ejecutivos algunas
“cabinas” son muy pequeñas y no permiten el movimiento, algunas otras tienen
espacio para desplazarse, pero todo eso cuesta. En los aviones de combate la
“cabina” sola es una y es donde va el piloto, no hay más.
Introducirse en la cabina de un avión para los que amamos el
vuelo es acercarnos al paraíso, en los primeros días de la aviación no podían
estar más cerca de la naturaleza, Otto Lillienthal utilizaba sus propias
piernas como tren de aterrizaje, los hermanos Wright ni siquiera tenían un
asiento, iban acostados sobre el ala. A alguien se le ocurrió clavar una silla
de mimbre y desde ahí operar los controles, luego se les ocurrió amarrarse y
así poco a poco se fueron agregando más cosas. Louis Bleriot ya cruzo el Canal
de la Mancha sentado entre los largueros del fuselaje, al aire libre, con su
peculiar gorro de cuero. Al aterrizar en suelo inglés los granjeros que lo
vieron han de haber pensado que era un extraterrestre cuando les pregunto:
¿aquí es Inglaterra? Bleriot realizó ese vuelo sin ningún instrumento, solo
observando a los barcos, al llegar a suelo inglés se encontró con condiciones
brumosas , (por la niebla), así que el primer campo que vio ahí se “tiró” y
aterrizó felizmente, eso lo hizo acreedor al premio de 1,000 libras esterlinas
que ofrecía el periódico Daily Mail de Londres. Eso fue en 1909. A partir de
ahí las cabinas empezaron a evolucionar a la par que los aviones. Había que
protegerse del viento, del frio y de la lluvia. Las cabinas no se “cerraron”
hasta los años 20es. Los vuelos que hicieron los pilotos pioneros Jean Mermoz y
Antoine de Saint-Exupery para cruzar el Atlántico hacia América del Sur ya
contaban con cabinas cerradas. Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918)
los aviadores aguantaron estoicamente los elementos y las balas en sus
enclenques aparatos. Ya para la Segunda Guerra (1939-1945) los pilotos ya
volaban en cabinas cerradas, incluso algunas contaban con protección blindada
para el piloto así como sistemas de oxígeno para desempeñarse a grandes
altitudes. Una cosa que tienen en común todas las cabinas de los aviones de
pelea, o de caza, es que son muy estrechas, los pilotos se tienen que acomodar
como puedan, los ejemplos típicos son las cabinas de los Messerschmitt 109,
Spitfire, P-51 Mustang, P-47 Thunderbolt, FW 190, etc.
Platicarlo es muy fácil, necesita uno sentarse en uno de aquellos espacios
confinados para poder apreciar cabalmente la estrechez, en algunas cabinas la
cabeza del piloto prácticamente va tocando la parte superior del plexiglás, por
eso decimos que algunas cabinas los pilotos se las ponen como calcetín y con
calzador. Eso sí, una vez sentados las cosas cambian, aquello se torna una
experiencia entre la máquina y el piloto, todo queda al alcance de las manos,
instrumentos y controles con un solo
movimiento podemos regresar a la vida aquel motor dormido, con la vibración
llega la energía que aquella maquina transmite, en el escape todo se mezcla,
gas-avión, ahora turbosina, aceite y humo, la hélice desaparece en un arco
invisible, no la vemos, pero se siente su “jalón” o su “empujón” y estamos
listos para desafiar las leyes de la gravedad. En un planeador las cosas son un
poco diferentes. No hay motor, no hay vibración, solo necesitamos
“sustentación” y alguna manera de obtenerla.
Con relativa frecuencia me han hecho la pregunta de que si
los grandes aviones planean. Todos los aviones planean, algunos lo hacen como
los ángeles, otros con la gracia de un piano, pero todos planean. El
transbordador espacial una vez que apaga sus motores no tiene otra dirección
que para abajo, pero lo hace planeando, una vez enfilado a su lugar de
aterrizaje no hay vuelta atrás, los pilotos deben calcular con extrema
exactitud en donde van a tocar, no hay correcciones con potencia, no hay ida al
aire. Las grabaciones que hemos visto de cómo se posan elegantemente en tierra
son un homenaje al arte del pilotaje, jamás vi que uno de ellos tocará con una
pierna del tren primero y luego la otra, siempre las dos al mismo tiempo, como
debe de ser. Curiosamente ellos pasan de traer una nave con motores poderosos a
volar en un planeador pesadísimo, el ángulo de ataque que deben asumir es muy
pronunciado pero aun así, llegan planeando.
Las cabinas evolucionaron desde cero con el aire en la cara,
hasta la comodidad extrema de los aviones modernos en los cuales no falta nada
ni se sufre nada, prácticamente son capsulas herméticas para transportarnos de
un lugar a otro. Al principio solo tenían un pequeño parabrisas para
protegernos del choque del viento, hasta desembocar en la comodidad de una
cabina presurizada con aire acondicionado y todo lo que quede en medio. Otra
característica que fue evolucionando, al menos las cabinas de los aviones de
combate fue la de como permitir que los pilotos la abandonen en caso de
emergencia. Los hermanos Wright ni para donde hacerse, o aterrizaban con el
avión o se salían de él. Luego llegaron los paracaídas como alternativa de
vida, gracias a ellos miles de pilotos se han salvado, empero el único problema
es abandonar la cabina, una vez fuera se abre el paracaídas y asunto arreglado.
En la II Guerra eso era el pan de cada día. Existen cientos de historias de
esos escapes, incluyendo un tripulante de un bombardero que salto sin
paracaídas y vivió para contarlo y la de un piloto ruso que saltó sobre Siberia
y al caer se fracturó ambas piernas, aun así se las ingenió para sobrevivir y
llegar a un lugar en donde le dieron auxilio, “un hombre de verdad” de hecho así
se llama el libro en donde se relata su odisea. Ahora bien, mientras los
aviones eran de hélice y de velocidad relativamente baja, los pilotos podían
deslizarse al exterior del avión y lanzarse al vacío, pero se debe tener
cuidado ya que la propia estructura del avión puede golpear al piloto. Así le
paso al famoso piloto de combate alemán Hans- Joachim Marseille apodado “Afrika
Stern” (la estrella de África). En un vuelo rutinario en su famoso avión
Messerchmit 109G (el amarillo 14) tuvo una falla en el sistema de enfriamiento
de su motor Mercedes Benz, por lo que se sobrecalentó y finalmente se incendió,
obligando a Marseille a lanzarse en paracaídas, solo que al abandonar el avión
el plano fijo horizontal del empenaje lo golpeó en el pecho con mucha fuerza e
hizo que se colapsaran sus pulmones originándole la muerte. Fue una perdida muy
dolorosa por la brillante carrera que llevaba este joven aviador a sus escasos
23 años ya había acumulado un total de 158 aviones enemigos derribados y cuando
murió ya era comandante del Escuadrón JG-27 en África del norte.
En los años 50as llegaron los aviones a reacción y con ellos
se tuvieron que modificar las cabinas y sus métodos de escape debido a las
mayores velocidades que alcanzaban. Así aparecieron los asientos eyectables.
Estos constituyen un ingenioso mecanismo el cual proyecta al piloto con todo y
su asiento fuera del avión por medio de cartuchos explosivos, una vez liberado
del asiento el paracaídas se abre ya sea automáticamente o el piloto lo puede
hacer manualmente. El constructor más famoso de estos asientos es la compañía
británica Martin-Baker quienes tienen un record bastante alto de pilotos
salvados por sus asientos. Hoy los asientos Martin Baker son equipo estándar en
la mayoría de los cazas occidentales. Actualmente son capaces de eyectar a un
piloto desde el suelo, lanzarlo y que pueda descender sin problemas, esos
sistemas se denominan “0/0”.
Las cabinas de los aviones son un mundo aparte, son por así
decirlo nuestro lugar de trabajo, nuestra oficina. Los pilotos estamos
obligados a conocerlas hasta en sus más mínimos detalles. Al principio se ven amenazadoras
con tantos instrumentos y controles pero los pilotos poco a poco nos vamos
familiarizando con ellas, con el tiempo nos sentimos cómodos y tranquilos en su
interior. Los pilotos militares por lo general rara vez abandonan las cabinas,
no así los pilotos civiles quienes de vez en cuando se paran a deambular por el
avión. Por ley una cabina no se debe dejar sola, es más, algunas compañías de
aviación le exigen a sus tripulaciones que siempre que uno de los pilotos
abandone su asiento el otro debe estar en su lugar con todos los cinturones
ajustados y con la mascarilla de oxígeno colocada y debido a recientes
acontecimientos ahora incluso deben estar dos o más miembros de la tripulación
en la cabina. Aparte de toda la parafernalia de instrumentos y controles las
cabinas modernas son un lugar confortable, los asientos por lo general son
ergonómicos para evitar la fatiga, el control de la temperatura es muy
eficiente, eso sí, la radiación solar constituye un pequeño inconveniente ya
que los rayos inciden directamente sobre la piel y eso puede provocar cáncer,
nos recomiendan protegernos pero francamente no hay muchos lugares donde
esconderse. Algunos aviones de los llamados primeras generaciones como el DC-9
los componentes de la cabina generaban mucho calor como los radios, la
iluminación y el calentamiento de los parabrisas y en lugares como Mexicali,
Hermosillo o Phoenix aquello es un mini infierno. Los aviones como el Stearman
de cabina abierta obviamente no tienen problema de ventilación, por el
contrario durante las mañanas de invierno en Guadalajara siente uno que el frio
entra hasta por debajo del asiento, en el AT-6 ya con cabina deslizable va uno
un poco más protegido además si le da a uno calor puede abrir la cabina y
recibir el aire fresco, claro con el ruido del motor. En el T-28 ni pensar en
abrir la cabina en vuelo son muchos los decibeles del motor, pero de que se
puede se puede. A propósito de la cabina del T-28 esta cuenta con un ingenioso
sistema para abrir y cerrar las dos secciones que la componen, por medio de
cables y poleas se mueve hacia adelante o hacia atrás utilizando un motor eléctrico.
Los aviones modernos sus cabinas son presurizadas y al bajar o cerrar la
cubierta se vuelven herméticas. Con el sistema de asientos eyectores las
cubiertas forman parte de ese mecanismo ya que al accionarlos las cubiertas
normalmente se liberan para permitir la eyección, solamente en caso de falla
algunos asientos como los del T-33 están diseñados para salir a través del
parabrisas. Las puertas de acceso a las cabinas es otro elemento que ha
evolucionado. De no tener cabina a los modernos aviones las puertas pasaron de
no existir a los armatostes actuales blindados y con códigos de acceso. Paradójicamente,
una de esas puertas blindadas sirvió a un piloto alemán para encerrarse a
“piedra y lodo” y dejar a su capitán afuera sin posibilidad de ingresar para
finalmente estrellar su avión.
Existen cabinas modernas en los que la columna de control
tradicional ya desapareció, como el A-320, eso hace que los pilotos cuenten con
mucho espacio al frente, ya no parece avión, parece un sillón de sala de cine.
Para mí el epitome de la saturación de instrumentos en una
cabina lo constituyen los B-747 de la primera generación y muy aparte tenemos
al Concorde, que junto con el bombardero Avro Vulcan inglés son las expresiones
máximas de la belleza en sus líneas aerodinámicas con sus alas en delta. El
Vulcan británico pertenece a esa rara estirpe de aviones militares muy grandes
como el B-47 y el B-58 Hustler de cuatro
potentes motores, una carga nuclear y un solo piloto, no hay nada que se les
aproxime.
En cuanto a instrumentación se refiere las cabinas han avanzado
un largo camino, nuestro buen amigo Otto Lillienthal para saber la velocidad de
su aparato escuchaba el viento, cuando cambiaba de tono iba muy recio y cuando
no lo escuchaba iba cayendo. De ahí se equiparon las cabinas con todo tipo de
instrumentos, casi siempre “redondos”. Llegan los tiempos digitales y el salto
es dramático. Desaparecen los instrumentos tradicionales para dar paso a las
pantallas electrónicas, de ahí el término “cabina de cristal”. Circula en el
medio el chiste de una ancianita que por equivocación se asomó a la cabina y le
dijo a la sobrecargo: “en ese baño hay dos hombres viendo televisión”. En lo personal prefiero las cabinas antiguas,
sin embargo se supone que las cabinas modernas ofrecen mayor seguridad y
reducen las cargas de trabajo de los pilotos. ¿Hasta dónde va a llegar esta
“automatización”? nadie lo sabe. La imaginación marcará los límites.
miércoles, 18 de julio de 2018
COLEGIO DE PILOTOS DE MÉXICO
La Familia AEMA te envía un
abrazo Fraterno y comparte contigo y tu bella familia en casa; La alegría de
compartir el mundo aeronáutico de México. La AEMA tuvo la oportunidad de estar
presente en la LXXI Asamblea General Ordinaria del Colegio de Pilotos Aviadores
de México; respetable institución que nació en el año 1947 y que desde su
comienzo los Pilotos Aviadores Militares Hijos de la Escuela Militar de
Aviación fueron constructores de una de las instituciones clave de la aviación
en el país.
El Colegio de pilotos
Aviadores comparte con la Asociación de la Escuela Militar de Aviación la
pasión por el vuelo y la búsqueda de mejores espacios de desarrollo profesional
de los Pilotos Aviadores Mexicanos. El momento estuvo caracterizado por expresiones
de Fraternidad, compañerismo y buenos deseos que fortalecen el sentir y actuar
de nuestra amada Asociación.
La Familia AEMA se
congratulo de ser partícipe activa de la aviación en el país y hace votos
porque juntos participemos en la profesionalización de los Pilotos Aviadores.
Felicidades Colegio de
Pilotos Aviadores de México en sus 71 años de vida.
martes, 17 de julio de 2018
HONOR A QUIEN HONOR MERECE
La Familia AEMA les envía un
abrazo Fraterno y comparte ustedes y su bella familia en casa; momentos de
Solemnidad y Respeto a la obra de uno de los Pilotos Aviadores Militares de más
trascendencia en la aviación nacional, el Capitán Emilio Carranza.
Distinguido hijo de la
Escuela Militar de Aviación; desde su graduación en el año 1926; se distinguió
como un valiente conquistador del cielo nacional mexicano y sus proezas lo
llevaron a realizar vuelos de buena voluntad entre México y las naciones que
compartían el sueño de conquistar los cielos. Célebre por su entrega al
cumplimiento del deber y perseverante en el progreso de la aviación mexicana;
comparte solo con unos cuantos haber sido objeto de Honores y Desfile para
honrar su persona en la Cd. De Washington DC. E.U.A. El Capitán Emilio Carranza
dejó con su ejemplo; muestra de la grandeza de los Hijos de la Escuela Militar
de Aviación y su ejemplo refuerza en las generaciones posteriores; el digno
compromiso de Servir a la Patria con entrega y dedicación; En Paz Descanse.
LA UNIÓN HACE LA FUERZA
En el marco de la Ceremonia
Luctuosa del Capitán Emilio Carranza; la AEMA tuvo la oportunidad de compartir
lazos de amistad y fraternidad con las Asociaciones; de Veteranos de la II
G.M., de la Fraternidad de Paracaidistas, con la Sociedad Mexicana de Estudios Aeronáuticos
Latinoamericanos y distinguidos compañeros de la Aviación Nacional. Fieles a
los principios estatutarios que dieron nacimiento a la Asociación de la Escuela
Militar de Aviación; la Familia AEMA reconoce la fortaleza de la amistad y
fraternidad como proyecto de vida y trascendencia por lo que se pronunció por
la persecución de objetivos comunes y ratifica la amistad como principio rector
de nuestra familia. En Horabuena por el ENCUENTRO en la comunidad del aire y
felicitaciones a nuestros estimados y distinguidos Socios y Fraternos por el
valor de su amistad.
LAS SINFONÍAS
Sinfonía: pieza musical que
consta de al menos, de cuatro movimientos, a saber: “allegro, scherzo, minué y
rondó” (puede tener más o menos, dependiendo, pero eso es lo normal). Haydn,
Gustav Mahler, Anton Bruckner, Jean
Sibelius, Mozart, y Beethoven, todos ellos crearon grandes sinfonías.
Paralelamente, un vuelo tiene los siguientes “movimientos”: despegue, ascenso,
crucero, descenso y aproximación y aterrizaje. Todo debe ser ejecutado de
acuerdo a una “partitura” o a un “plan de vuelo” (como quieran).
Me llama particularmente la
atención el hecho de que una sinfonía está diseñada para que un equipo (en este
caso la orquesta) la desarrolle, igual, ni más ni menos que un vuelo, sea del
tipo que fuere, puede tratarse de un avión monomotor, de un vuelo de placer, de
un vuelo de instrucción, de una misión militar, de un vuelo comercial con
pasajeros, de un vuelo con carga, o de ayuda humanitaria, de un vuelo ejecutivo o transportando al
presidente de un país lejano (aunque a muchos presidentes no les guste por considerarlo
un gasto estrafalario) o simplemente de
un vuelo para aplicaciones agrícolas, en pocas palabras, de un fumigador. Atrás
de cada uno de esos eventos, por simple que parezca, existe un gran equipo que
vigila, supervisa y ayuda a que todo salga bien. Eso sí, una vez en el aire todos compartimos
el mismo cielo sin que nadie se preocupe de dónde venimos, en que escuela
estudiamos, quien fue nuestro instructor, o de cuanta experiencia u horas de
vuelo tenemos, allá arriba, todos somos iguales y nos afectan las mismas reglas
y los mismos fenómenos. El tamaño de nuestro avión, la potencia de los motores,
la cantidad de equipo que traigamos, la cantidad de horas de vuelo en la
bitácora, nada, absolutamente nada le interesa a la madre naturaleza. Por eso
debemos de ser humildes. La naturaleza no reconoce colores o sabores, ella solo
hace su trabajo y nada más y si alguien de nosotros nos atravesamos en su
camino, irremediablemente nos cobra un precio, a veces muy alto, pero no
perdona ningún error.
Algunos como se dice nacemos
o llevamos “la música por dentro” como el caso único de Wolfang Amadeus Mozart
que desde muy pequeño dio muestras de una maestría superior para la música elevándola
a regiones sublimes. A propósito, la palabra “música” proviene de “musa” por la
diosa Euterpe, y que consiste en una sucesión de sonidos modulados para recrear el
oído, naturalmente y dependiendo del estado de ánimo a veces preferimos
escuchar determinado tipo. A las notas de un son jalisciense, o para mi
escuchar la banda sinaloense de Don Cruz Lizárraga, sentimos hervir la sangre, y nos ponemos
alegres. Los balazos y los pleitos de cantina entre charros pueblerinos suceden solamente en
las películas de Jorge Negrete, pero como mexicanos seguimos prefiriendo la música nacional. De hecho el
mariachi es ampliamente buscado e imitado en muchas partes del mundo por sus notas
alegres y vivarachas.
Desde tiempos inmemoriales
para mí el ir a realizar un vuelo significaba, y aún significa, participar en
un ritual, si no sagrado, si envestido de la mayor seriedad. Esa es una
orgullosa herencia de mi Alma Mater, en donde se me enseño a tratar y a respetar
cada vuelo como si fuera una obra divina, una sinfonía si ustedes quieren,
aunque esa comprensión me llegó más tarde.
Cada vuelo es diferente. Tal
vez la “partitura” (manuales, Procedimientos Sistemáticos de Operación, listas
de check, etc.) sea la misma, pero las
condiciones son absolutamente diferentes cada vez que nos lanzamos a esa
aventura sin par y sin igual que significa el desafiar las leyes eternas de la
gravedad (el vuelo). Las aves saben volar, los humanos aprendimos a volar, eso
nos convierte en colegas (de las aves) pero cuidado, no debemos confundirnos, las
aves lo hacen intuitivamente, nosotros tenemos que aprender a volar, y no todos
tenemos las facultades o como dice un sobrino mío de Mexicali: “con los arreos necesarios”.
Para mí, un piloto nace, pero no lo sabe, tiene que descubrir esas cualidades y
si nunca lo intenta jamás lo descubrirá, por eso yo les digo a los jóvenes: “si
sienten el llamado del vuelo como tal, no la parafernalia económico-social que
lo acompaña, inténtenlo. Como nos decía un instructor de vuelo: “Son ustedes unos diamantes en bruto, más
brutos que diamantes pero los vamos a afinar”. Existen pilotos natos que ya
nacen con ese don y cuando lo descubren solo el cielo es su límite. El “barón
rojo” Manfred Von Richthofen, Max Immelman, Billy Bishop, Roland Garros, aquí
en nuestro país tuvimos a Alberto Salinas Carranza, a los hermanos
Aldasoro a Roberto Fierro Villalobos, a
Emilio Carranza y tantos otros que los siguieron y que dejaron una huella
imborrable en la historia de la aviación. Desde siempre el aprender a volar es
un sueño que muchos acariciamos, algunos lo llegamos a concretar, otros por múltiples
razones no logran materializar esa inquietud. En Alemania a finales del siglo
XIX y principios del XX, un pionero del vuelo, el ingeniero Otto Lilienthal
llevo a cabo más de 2,000 vuelos en sus planeadores, estudio con mucho
detenimiento el vuelo de las aves y lo que se sabía hasta entonces de
aerodinámica y lo aplicó a sus diseños, sus trabajos e ingeniería eran tan
buenos que no era posible encontrar un cabo suelto, el recubrimiento de las
alas era de algodón encerado tan bien colocado como el cuero de un tambor. Dicen
que el aire al pasar por las superficies de sus planeadores emitía notas
musicales, con aquella perfección no lo dudo. El mismo probaba sus planeadores,
se colocaba debajo de las alas y por medio de unos soportes para los brazos se
afianzaba de uno de los largueros quedando sus piernas colgando libremente. Se
subía a una colina y emprendía la carrera hacia abajo y una vez que alcanzaba
la sustentación necesaria, se elevaba por los aires. El único problema de
Lilienthal era el control, no tenía manera de subir o bajar o virar a un lado o
al otro, solo confiaba en el balance de su cuerpo. En uno de esos vuelos se
precipitó a tierra muriendo trágicamente de sus lesiones. Para mí Otto
Lilienthal es el primer hombre en lograr emprender el vuelo por sus propios
medios, adelantándose a muchos otros que siguieron sus pasos, tanto en Europa
como en el continente americano. Hoy en día aprender a volar es muy sencillo,
siempre y cuando cuente uno con los medios adecuados. Volar para el hombre no
es barato, nunca lo ha sido, pero con un poco de fuerza de voluntad y
perseverancia podemos lograrlo. En México existen muchas opciones para aprender
a volar, una de ellas son las escuelas de vuelo civiles que imparten sus
cursos, tanto en la ciudad de México como en otras ciudades de provincia. Los
costos para que los engaño, son muy altos aunque cada escuela tiene planes de
financiamiento. Por otro lado tenemos el medio militar a su vez con dos
opciones: La Escuela Militar de Aviación de la Fuerza Aérea Mexicana, o a
través de la Armada de México, aunque siguen métodos diferentes, ambas opciones
requieren de un esfuerzo bastante considerable en el rango académico, dicho
nivel académico es muy alto, de igual manera el curso de vuelo es muy completo
y con equipos de última generación. El aspecto físico de los cadetes también es
muy demandante, de manera que la enseñanza es integral. El costo económico es
cero, algo a considerar. Eso sí, al finalizar sus estudios tienen que servir
determinados años de servicio activo en las diversas unidades de la Fuerza
Aérea Mexicana.
Los norteamericanos han
desarrollado un sistema que facilita tremendamente el aprendizaje del vuelo,
tan es así que nos dicen que los terroristas del 11 de septiembre aprendieron a
volar sin ningún problema, en escuelas norteamericanas, si esto fuera cierto,
sería una ironía. Independientemente de esos acontecimientos, en los Estados
Unidos, y eso se los tengo que reconocer, consideran a la aviación como una
actividad prioritaria para el avance de su país. La impulsan (a la aviación) en
una forma completa, desde sus legisladores en Washington, hasta el último
granjero en Oklahoma, todos consideran a la aviación como una actividad que
merece el respeto y la atención nacional. Y les ha ido bien. A nivel mundial
son ejemplo de cómo se debe apoyar y desarrollar esa actividad y por supuesto,
sobre sale en este renglón. El sistema de Control de Tránsito Aéreo de los
Estados Unidos es el mejor del mundo. Punto. Yo he tenido modestamente
oportunidad de volar en varias partes del mundo y en ningún lugar me he sentido
con la confianza que a los pilotos nos proporciona el sistema norteamericano de
control aéreo, los controladores son absolutamente una gran ayuda para nosotros
los pilotos, desde notificarnos si tenemos mal tiempo en nuestra ruta, nos
sugieren las mejores desviaciones, etc. Y actualmente con los modernos sistemas
de navegación GPS nos permiten seguir rutas directas a cualquier lugar de los
Estados Unidos con las restricciones que imponen ciertas áreas muy transitadas. Una verdadera
hermosura.
Acá en nuestro castigado
país no es tan fácil. Sin embargo los Controladores de Tráfico Aéreo mexicanos hacen
lo que pueden con lo que tienen y son tan buenos como los de cualquier país de
la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional), sin embargo la
legislación aérea mexicana ( todavía de los años 50as), no les permite mucho
campo de acción, y los restringe muchísimo. El sistema anticuado de rutas y radiales con Radio Faros Omnidireccionales,
mejor conocidos en el medio aeronáutico como VOR´s está a punto de desaparecer,
funcionó por muchos años, pero tenemos que darle paso a los sistemas modernos y la SCT y la DGAC se niegan a
aceptar estos cambios. Me da la impresión que la DGAC está dedicada a acabar
con la aviación. Desgraciadamente nunca en nuestro país ha sido una prioridad
apoyar y promocionar la aviación en todas sus modalidades, gobiernos van y
gobiernos vienen, y todo sigue igual o peor. Esta asignatura, la de atender a
la aviación, la seguimos teniendo pendiente.
Regresando a nuestro tema.
Tanto una sinfonía como un vuelo común y corriente son el resultado de un
trabajo en equipo, eso es muy importante. Si alguien de la orquesta desafina
echa a perder el trabajo de los demás, igual sucede en un vuelo, todos deben, o
más bien debemos seguir la misma partitura so pena de provocar un incidente, o
más grave aún, un accidente.
Parte de la preparación de
cada vuelo, al menos ese ritual me fue enseñado en la Escuela Militar de
Aviación, empieza desde el mismísimo momento que uno se levanta y tender su
cama, teníamos que preparar nuestro equipo de vuelo, overol, zapatos, piernera,
resumen de maniobras (o ruta, en su caso), y presentarnos en la línea de vuelo
con todo listo y prestigiados (bañados, rasurados y todo lo que terminará en
ado). Parecerá una exageración, pero los Instructores no nos perdonaban ninguna
omisión, creo sincera y orgullosamente que en mi Escuela eso sigue igual. En la
EMA al vuelo se le considera una actividad primordial, como en una orquesta la
ejecución de una sinfonía, ni más ni menos. He ahí para mí las similitudes.
Además, el volar es algo excelso, que debe ser ejecutado con toda la entrega
posible y como me fue enseñado: solo por el placer de disfrutar de ese
maravilloso arte.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)