Éste, es un reconocimiento personal, a mi Profesión, a la Fuerza Aérea Mexicana, a mis compañeros, a la Escuela Militar de Aviación que me formó, al Colegio del Aire que me cobijó en la Basé Aérea de Zapopan, y a muchas aventuras que viví con... LAS ALAS EN MI PECHO.
A principios de 1972, sin dejar de pertenecer al Escuadrón de Material Aéreo de transporte Ejecutivo, EMATE, y ostentado todavía el grado de teniente, pasé comisionado al Hangar del Secretario de la Defensa. Mientras llegaban las órdenes para irme de copiloto del Jetstar, cosa que no sucedió, pues termine yéndome a San Angelo Texas, junto con el General Julio Cal y Mayor para tomar el curso del MU2J, recoger el avión y trasladarlo a la ciudad de México.
En la mañana del 3 de Febrero estaba nombrado como piloto de alerta en el equipo DC-3 del EMATE, siendo las 09:30 horas cuando me informaron que me presentara con el comandante Mayor Raúl Maciel Peña, para recibir órdenes de preparar el avión y esperar al Coronel Francisco Quiroz Hermosillo, comandante del Batallón de Policía Militar. La misión era llevar al Coronel y tres pasajeros más al aeropuerto de Morelia Michoacán, se me informó que hiciera el plan de vuelo en la oficina de despacho de la Plataforma Militar, y con la tripulación designada, esperáramos al Coronel Quiroz al pie del avión y despegáramos hacia Morelia.
Alrededor de las 11:00 horas nos estábamos estacionando frente a la terminal del aeropuerto y ya con los motores apagados, bajó el Coronel Quiroz, tuve que correr detrás de él para preguntarle que íbamos a hacer, saber si pernoctábamos para cambiar el avión de lugar. A lo que él contestó “No mi Teniente, espere con su avión donde lo dejó, creo que regresaremos a la ciudad de México en una hora a lo sumo.
Fui a la oficina de despacho, cerré el plan de vuelo y le avisé al comandante del aeropuerto que tenía que esperar al Coronel para regresar a la ciudad de México. El me dijo que le habían hablado de la Zona Militar de Morelia donde le solicitaron todas las facilidades para el DC-3 y su tripulación.
Por lo tanto el copiloto y yo entramos al restaurante a tomarnos un café. Estando sentados vi que llegó un batallón de soldados y los empezaron a colocar alrededor del avión, el mecánico y al radio operador vigilaron que todo fuera normal. En eso se acercó un Teniente Coronel Médico y me preguntó que si yo sabía a quien iba a llevar de regreso a México. Yo pensé que a lo mejor era un General muerto y que por eso estaba el batallón alrededor del avión, para rendirle un homenaje.
Fue una gran sorpresa cuando me dijo: “No mi teniente. Va a llevar el cadáver de Genaro Vázquez, quien murió en mal estado físico esta madrugada, como consecuencia del acoso por los soldados del ejército en un accidente automovilístico en la carretera México-Morelia. Decir acoso es mejor mencionar que fue acribillado a balazos y se salvó la hija de nombre Consuelo que le acompañaba en esa emboscada ésta madrugada en un choque en la carretera”
Mi mente trabajó a velocidad de crucero del Jetstar, y salí para preguntar por el comandante del Batallón, era un Coronel chaparrito del cual no recuerdo su nombre. Me presenté ante él y le dije: “Mi coronel, soy el teniente Francisco Lavín, piloto del DC-3 de la Fuerza Aérea que esta frente a nosotros, y me están informando que voy a llevar de regreso a la ciudad de México al cadáver de Genaro Vázquez y a su hija Consuelo que va muy mal herida. Y que usted es el comandante del batallón aquí presente” El Coronel me contestó: “Así es mi teniente, ¿por qué la pregunta?”
“Con todo respeto Señor, entonces permítame decirle que a mi no me sirve de nada, que el batallón se mantenga formado alrededor del avión, aquí en la plataforma” le contesté yo. “Y eso a mi que diablos, teniente” Tomando aire y tratando de decir con aplomo las cosas, le contesté: “Mi Coronel, solicito que riegue a todo el batallón, a todo lo largo de la pista, a ambos lados de ella, y mirando hacia fuera de la misma, cuidando que el carreteo del avión hasta la cabecera sea seguro, no quisiera recibir alguna ráfaga de alguno de sus seguidores”
En menos de cinco minutos, toda la pista del aeropuerto de Morelia estaba seguro con un batallón vigilante.
Llegó el Coronel Quiroz con el cadáver de Genaro, con la hija Consuelo que iba herida, algunas armas recogidas del vehículo que chocó Vázquez. En cuanto todo estuvo abordo, después de echar a andar los motores y hacer las pruebas correspondientes despegamos con rumbo a México.
Después de aterrizar en el Aeropuerto de la Ciudad de México, y estar entrando en la Plataforma Militar, detecté una camioneta de Televisa con una cámara encima del techo. Le avisé al Coronel Quiroz y me dijo que nos teníamos que ir a otro lugar, pues él no quería publicidad porque esas eran las órdenes que llevaba del Secretario de la Defensa. Entonces se me ocurrió llevar el avión hacia el Hangar de la Presidencia, las plumas de entrada a la plataforma de estacionamiento del Hangar estaban abiertas, los soldados que estaban de guardia no esperaban ningún avión del Hangar Presidencial, pero vieron que a un DC-3 de la Fuerza Aérea lo seguían algunos vehículos con reporteros, viré al avión 180º y sacando la cabeza por la ventanilla, les grité a los soldados: “Déjenlos entrar, luego yo voy a salir de nuevo, entonces deténgalos hasta que me haya ido”
Llegué de nuevo a la Plataforma Militar y en ese momento entraban los vehículos del Coronel Quiroz, todavía no terminaba de limpiar el avión, cuando ya el Coronel junto con el cadáver de Genaro Vázquez habían desaparecido de la plataforma.
Un rato después llegaron corriendo todos los reporteros y me comenzaron a preguntar muchas cosas, a las que yo contesté que no sabía nada, que no sabía mi nombre, que estaba loco y cuanta barbaridad se me ocurrió.
Esa noche, en el noticiero de Jacobo Zabludovski informaba, que un teniente, según datos obtenidos en la Plataforma Militar del aeropuerto Internacional Benito Juárez, no quiso dar su nombre pero se sabe que se apellidaba Lavín, decía que estaba loco y que no sabía nada, pero en Televisa sospechaban que lo que yo había transportado era al cadáver de Genaro Vázquez.