Éste, es un reconocimiento personal, a mi Profesión, a la Fuerza Aérea Mexicana, a mis compañeros, a la Escuela Militar de Aviación que me formó, al Colegio del Aire que me cobijó en la Basé Aérea de Zapopan, y a muchas aventuras que viví con... LAS ALAS EN MI PECHO.
Vayan estos comentarios, como un reconocimiento con todo cariño y respeto, para aquellos hombres viejos que iniciaron a la aviación mexicana, sobre todo dentro de nuestra Fuerza Aérea Mexicana, que ha sido el semillero de pilotos aviadores, para la aviación nacional la cual es una importante función de trabajo. Quiero recordar a un hombre muy especial; todos los que vivimos la aviación militar entre los años 40´s, 50´s, 60´s y principio de los 70´s de una manera u otra lo conocimos personalmente o supimos de sus anécdotas. Este Señorón, se gradúo en 1931 como teniente piloto aviador, venía del arma de caballería. En aquellos años, los pilotos volaban por intuición, pues la mayor parte de los aviones no tenían los medios sofisticados de los de hoy. Ninguno estaba computarizado, los equipos de radio eran muy rudimentarios, los instrumentos de navegación empezaban a dar resultados. Se volaba más por contacto con la superficie del terreno y a muy baja altura. Entonces estos primeros pilotos eran muy intuitivos. A mi generación ya nos tocó volar aviones más sofisticados, con mejores instrumentos. Mis compañeros de la Fuerza Aérea ya estarán ansiosos de saber a quien me refiero en este reconocimiento. Me refiero al Tigre del Caribe, a mi General Raul E. Foullon Cabrera, (qepd), quien tuviera miles de anécdotas.
Esto que les cuento, me sucedió en un vuelo que hice con él allá por 1970. Yo era teniente P.A. y pertenecía al Escuadrón de Material Aéreo de Transporte Ejecutivo, que se encontraba en la plataforma militar del aeropuerto internacional de la ciudad de México. Este escuadrón contaba con aviones Beechcraft C-45 conocidos por nosotros como "Bichos" y por C-47 o DC-3. Un día llegó mi Gral. Foullon para volar sus horas mensuales, porque el estaba encuadrado dentro de la Jefatura de la FAM. El comandante del Escuadrón, Mayor Raúl Maciel Peña, me asignó a mi para que lo acompañara como piloto de seguridad y a un bicho para hacer un vuelo. Al general Foullon se le ocurrió hacer una triangulación y decidió volar del aeropuerto de la ciudad hacia Cuautla, que si mal no recuerdo teníamos que volar a un rumbo de 135° más o menos. De ahí continuaríamos hacia Iguala con un rumbo de 240° más o menos para regresar al aeropuerto con un rumbo de 20°. El vuelo iba a ser más o menos de una hora a la velocidad del Bicho. El general se preparó, se puso su chamarra de vuelo, de aquellas de cuero, ya sentado en el asiento derecho del avión se ajusto sus filtros Ray-Ban y un gazné al cuello. Despegamos de la pista 5 derecha y de inmediato viró para tomar rumbo a Cuautla y llegando a ésta ciudad cambió su rumbo hacia Iguala. De Cuautla a Iguala volamos sobre los pequeños valles que hay en Morelos y Guerrero. Cada uno de los valles estaban cubiertos por bancos de niebla y nubes bajas, nada más se veían las cumbres de la pequeñas sierras que flanquean estos valles. Por lo tanto no vimos Jojutla ni la laguna de Tequesquitengo, ni el valle de Taxco, así es que cuando estábamos sobre Iguala, pero que no se veía por el nublado, me atreví a decirle: "Mi General, estamos pasando sobre Iguala" a lo que él con esa voz de mando que tenía me dijo: "NO TENIENTE, SOY GENERAL Y ORDENO QUE IGUALA ESTA MÁS ADELANTE" y así siguió volando, pasamos más valles cubiertos por nubosidad baja, yo veía por la ventana lateral del lado derecho que muy a lo lejos, el Nevado de Toluca se iba quedando atrás, sentí que de pronto llegaríamos a ciudad Altamirano o a Coyuca de Catalán. De repente el general me dijo: "TENIENTE, NO SE ENOJE CONMIGO Y LLÉVEME A LA CIUDAD DE MÉXICO" y más o menos con un rumbo de 50° o 60° aterrizamos en el aeropuerto con casí media hora después, el comandante Maciel lo único que me dijo fue: Lavín, ya estaba nombrando las tripulaciones para irlos a buscar. Que linda es la imaginación, porque sigo soñando que a la orden de un general, toda una ciudad se tiene que correr más adelante.
Esto me recuerda, que un gobernante de Baja California Sur le preguntó a su chofer: "Gumersindo, ¿que horas son? y el chofer le contestó: "LAS QUE USTED ORDENE, SEÑOR"
Vayan estos comentarios, como un reconocimiento con todo cariño y respeto, para aquellos hombres viejos que iniciaron a la aviación mexicana, sobre todo dentro de nuestra Fuerza Aérea Mexicana, que ha sido el semillero de pilotos aviadores, para la aviación nacional la cual es una importante función de trabajo. Quiero recordar a un hombre muy especial; todos los que vivimos la aviación militar entre los años 40´s, 50´s, 60´s y principio de los 70´s de una manera u otra lo conocimos personalmente o supimos de sus anécdotas. Este Señorón, se gradúo en 1931 como teniente piloto aviador, venía del arma de caballería. En aquellos años, los pilotos volaban por intuición, pues la mayor parte de los aviones no tenían los medios sofisticados de los de hoy. Ninguno estaba computarizado, los equipos de radio eran muy rudimentarios, los instrumentos de navegación empezaban a dar resultados. Se volaba más por contacto con la superficie del terreno y a muy baja altura. Entonces estos primeros pilotos eran muy intuitivos. A mi generación ya nos tocó volar aviones más sofisticados, con mejores instrumentos. Mis compañeros de la Fuerza Aérea ya estarán ansiosos de saber a quien me refiero en este reconocimiento. Me refiero al Tigre del Caribe, a mi General Raul E. Foullon Cabrera, (qepd), quien tuviera miles de anécdotas.
Esto que les cuento, me sucedió en un vuelo que hice con él allá por 1970. Yo era teniente P.A. y pertenecía al Escuadrón de Material Aéreo de Transporte Ejecutivo, que se encontraba en la plataforma militar del aeropuerto internacional de la ciudad de México. Este escuadrón contaba con aviones Beechcraft C-45 conocidos por nosotros como "Bichos" y por C-47 o DC-3. Un día llegó mi Gral. Foullon para volar sus horas mensuales, porque el estaba encuadrado dentro de la Jefatura de la FAM. El comandante del Escuadrón, Mayor Raúl Maciel Peña, me asignó a mi para que lo acompañara como piloto de seguridad y a un bicho para hacer un vuelo. Al general Foullon se le ocurrió hacer una triangulación y decidió volar del aeropuerto de la ciudad hacia Cuautla, que si mal no recuerdo teníamos que volar a un rumbo de 135° más o menos. De ahí continuaríamos hacia Iguala con un rumbo de 240° más o menos para regresar al aeropuerto con un rumbo de 20°. El vuelo iba a ser más o menos de una hora a la velocidad del Bicho. El general se preparó, se puso su chamarra de vuelo, de aquellas de cuero, ya sentado en el asiento derecho del avión se ajusto sus filtros Ray-Ban y un gazné al cuello. Despegamos de la pista 5 derecha y de inmediato viró para tomar rumbo a Cuautla y llegando a ésta ciudad cambió su rumbo hacia Iguala. De Cuautla a Iguala volamos sobre los pequeños valles que hay en Morelos y Guerrero. Cada uno de los valles estaban cubiertos por bancos de niebla y nubes bajas, nada más se veían las cumbres de la pequeñas sierras que flanquean estos valles. Por lo tanto no vimos Jojutla ni la laguna de Tequesquitengo, ni el valle de Taxco, así es que cuando estábamos sobre Iguala, pero que no se veía por el nublado, me atreví a decirle: "Mi General, estamos pasando sobre Iguala" a lo que él con esa voz de mando que tenía me dijo: "NO TENIENTE, SOY GENERAL Y ORDENO QUE IGUALA ESTA MÁS ADELANTE" y así siguió volando, pasamos más valles cubiertos por nubosidad baja, yo veía por la ventana lateral del lado derecho que muy a lo lejos, el Nevado de Toluca se iba quedando atrás, sentí que de pronto llegaríamos a ciudad Altamirano o a Coyuca de Catalán. De repente el general me dijo: "TENIENTE, NO SE ENOJE CONMIGO Y LLÉVEME A LA CIUDAD DE MÉXICO" y más o menos con un rumbo de 50° o 60° aterrizamos en el aeropuerto con casí media hora después, el comandante Maciel lo único que me dijo fue: Lavín, ya estaba nombrando las tripulaciones para irlos a buscar. Que linda es la imaginación, porque sigo soñando que a la orden de un general, toda una ciudad se tiene que correr más adelante.
Esto me recuerda, que un gobernante de Baja California Sur le preguntó a su chofer: "Gumersindo, ¿que horas son? y el chofer le contestó: "LAS QUE USTED ORDENE, SEÑOR"
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