El 28 de
julio de 1945 un bombardero B-25 Mitchell de la USAAF, en vuelo de Boston a
Nueva York, perdió el rumbo al entrar en un banco de niebla y se encontró de
repente volando entre los rascacielos de Manhattan.
Durante
unos angustiosos segundos voló en zigzag, tratando de esquivar los edificios,
hasta que finalmente se estrelló contra el Empire State.
El avión
impactó entre los pisos 78 y 79, abriendo un boquete de seis metros de diámetro
en la fachada y provocando un gran incendio.
Era sábado
y la mayoría de las oficinas estaban vacías, por lo que el número de víctimas
no fue muy alto.
Hubo
catorce muertos, entre los que se encontraban los tres tripulantes del avión.
El piloto
era el teniente coronel William Smith, un veterano con dos años de experiencia
de combate en Europa.
Le
acompañaban su copiloto y un mecánico de la Fuerza Aérea de permiso que había
pedido viajar con ellos hasta Nueva York para visitar a sus padres.
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