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jueves, 29 de octubre de 2015

DISCURSO POR EL P. A. ENRIQUE A. GUERRERO ASNA




A 100 años de la fundación de la Escuela Militar de Aviación.

(Y la vida entrelazada del General Alberto Salinas Carranza).

Por el Capitán Piloto Aviador Enrique A. Guerrero Osuna.

En marzo de 1911 vino a México una compañía norteamericana a dar demostraciones aéreas, se trataba de la Moissant International Aviators, una especie de circo aéreo itinerante quienes realizaron algunos vuelos en Monterrey, N.L., en la ciudad de México y en el puerto de Veracruz. Como dato curioso, entre los aviadores venía una de las la primeras aviatrices de los Estados Unidos, la señorita Arriet Quimby. El presidente Francisco Madero asistió a una de esas demostraciones y quedo muy impresionado por las evoluciones de los aparatos. En noviembre de 1911 fue invitado a otra exhibición aérea, esta vez el aviador francés George Dyot le propuso al señor Madero subirse a uno de los aparatos Deperdussin, cosa que él aceptó de buena gana y sin ninguna reticencia ni formalidad alguna procedieron  a efectuar un corto vuelo cruzando intrépidos por el entonces diáfano cielo de Anáhuac convirtiéndose así en el primer jefe de estado en el mundo en remontar los aires. Aquel Deperdussin se convirtió simultáneamente en nuestro primer “avión presidencial”. Al terminar ese vuelo Madero iba ya convencido de la utilidad práctica de la aviación. No tardo mucho tiempo en adoptar medidas al respecto. Ordenó a sus ayudantes que se tomarán las providencias necesarias para adquirir varios aparatos y para enviar a un grupo de jóvenes mexicanos a que se prepararan para tripularlos con fines militares. Una idea de por sí, muy novedosa.

Gustavo Salinas Camiña, Alberto Salinas Carranza, Horacio Ruiz Gaviño, y los hermanos Juan Pablo y Eduardo Aldasoro Suarez,  fueron los primeros cinco seleccionados, terminan sus cursos respectivos y obtienen sus flamantes  licencias, brevets  se les llamaba en ese entonces, se regresan a México y se encuentran con un país enfrascado aún en la guerra civil. En 1913 se suceden los acontecimientos que todos conocemos como la “decena trágica” en la que después del “cuartelazo” del general Victoriano Huerta son asesinados el presidente Madero y el vicepresidente Pino Suarez.

El señor Venustiano Carranza nunca le gusto que lo llamaran “general” lanzó su famoso Plan de Guadalupe en el estado de Coahuila,  en el que desconocía el nombramiento de presidente de la nación que el mismo general Huerta se había otorgado.

Ante estos acontecimientos, el joven teniente Alberto Salinas originario de Cuatro Ciénagas, Coahuila,  se unió al movimiento carrancista y se le encargo organizar una “flotilla aérea” con los tres aparatos adquiridos para que sirvieran de apoyo a las operaciones constitucionalistas. Se le ordenó pasar al estado de Chihuahua para ir a recoger los aviones Morane-Saulnier, armarlos y ponerlos en condiciones de poder ser utilizados. Se contrataron los servicios del ingeniero italiano Francisco Santarini para darles mantenimiento. La idea era que los aviones ayudaran a obtener una rápida victoria en la toma de la plaza de Torreón por las fuerzas villistas. De hecho por diferentes factores los aviones no pudieron intervenir en aquellos combates.

Debido a una serie de problemas entre el general Francisco Villa y el señor Venustiano Carranza que finalmente desembocaron en la ruptura entre ambos jefes, el teniente Salinas y su incipiente unidad aérea se vieron en la necesidad de tomar partido ante este divisionismo interno y se inclinaron por seguir bajo las órdenes de Carranza.

La flotilla una vez más fue reasignada a la península de Yucatán entrando finalmente y por primera vez en acción a principios del año de 1915, participando en los combates del Ébano y posteriormente en el estado de Tamaulipas. Me salta la incógnita de cómo le hicieron los pilotos para atacar a las fuerzas enemigas, probablemente solo realizaron vuelos de exploración y ubicación de fuerzas enemigas ya que  los pilotos solo llevaban sus pistolas reglamentarias incapaces de infringir daños de consideración, si hubo intercambio de disparos quedaría como un antecedente más para nuestra aviación.

El día 5 de febrero de 1915 encontrándose por azares del destino la jefatura del Ejército Constitucionalista en el puerto de Veracruz, el Primer Jefe  tuvo a bien expedir un documento fechado en el edificio de Faros, sede temporal del gobierno, en el cual se daba creación al Departamento de Aeronáutica Militar dependiente de la Secretaría de Guerra y Marina nombrando como primer jefe de ella al ahora recién ascendido a Mayor Alberto Salinas dándole el título de Piloto Aviador Militar para los efectos legales a que hubiere lugar.

El joven mayor tenía 23 años y ya casado se dio a la tarea de cumplir con la orden que se le había encomendado, con los recursos  a su alcance. Ya cuando se regresaron a la ciudad de México se le asignaron algunas instalaciones precisamente en los llanos de Balbuena desde donde empezaron a operar. Los aviones requerían de mano de obra muy especializada para su mantenimiento y muy pronto se vio la necesidad de contar con talleres y mejores instalaciones.

En la mente del mayor Salinas seguía existiendo el anhelo que él tenía de organizar una escuela de vuelo para entrenar a más pilotos, finalmente logró convencer al mando y el 15 de noviembre de 1915 fueron inauguradas simultáneamente la Escuela Nacional de Aviación   y los Talleres Nacionales de Construcciones Aeronáuticas o TNCA.

El proceso de selección de los primeros alumnos dio inicio por medio de una convocatoria a mediados del año de 1915. Hubo 800 aplicaciones pero solo se seleccionaron a 27 alumnos. Fueron citados para presentarse el día 7 de octubre en donde se les informó que las clases comenzarían muy pronto. El día 15 de noviembre se llevó a cabo la ceremonia de inauguración de cursos de la Escuela Nacional de Aviación, como se le conoció al principio. Además de los aspirantes asistieron las autoridades militares de la plaza así como los primeros instructores de vuelo Jorge Puflea y Leonardo Bonney entre ellos. La ceremonia, que incluyó, como ya quedó asentado con anterioridad, la inauguración simultanea de los Talleres Nacionales de Construcciones Aeronáuticas,  fue presidida por la señora Delfina Inés Duque de Salinas, originaria de la ciudad de Cuzco, Perú, esposa del Mayor.

El primer director de la escuela se dirigió a los aspirantes en estos términos: “Jóvenes, desde este momento integraran el pie veterano de la escuela y que al abrazar esa carrera debían estar inspirados por el mayor espíritu de servicio a la Patria, observando disciplina y corrección en todo momento, instándolos a no ser menos que los alumnos del Heroico Colegio Militar de Chapultepec.”

Posteriormente dieron inicio los cursos. En agosto de 1917 se autorizó el primer reglamento interno para el funcionamiento de la escuela y se cambió el nombre de Escuela Nacional de Aviación al de Escuela Militar de Aviación, título que todavía ostenta en la actualidad. El día 22 de febrero de 1918 se graduó el cadete Samuel C. Rojas Razo obteniendo el título de Piloto Aviador número 1. A partir de esa fecha, la labor docente en nuestra escuela rara vez se ha visto interrumpida hasta el día de hoy.

Es necesario para mi ver en retrospectiva estos logros al parecer pequeños, pero que requirieron una gran fuerza de voluntad y entereza dadas las circunstancias históricas por las que estaba pasando nuestro país. El rompimiento entre Villa y Carranza dio origen a otra más de las luchas fratricidas entre las diferentes facciones contrincantes y no queriendo extenderme en esta modesta presentación solo me gustaría agregar que la Escuela Militar de Aviación milagrosamente logro sobrevivir a este “mare magnum”. En los años 20es se tuvo una seria amenaza para desaparecer debido a situaciones presupuestarias y después de la muerte del Varón de Cuatro Ciénagas, como se le conoce a Carranza, la azarosa vida de nuestra escuela a duras penas pudo continuar gracias al esfuerzo de un puñado de aviadores quienes contra viento y marea lograron mantenerla a flote. Por diferencias políticas el Teniente Coronel Alberto Salinas se exilió voluntariamente al Perú desenvolviéndose en aquellas tierras como ingeniero constructor de carreteras, regreso a su país en 1930 hasta su muerte en el año de 1970

La Escuela Militar de Aviación ha pasado por varios cambios de ubicación, iniciando en la ciudad de México en donde a su vez estuvo por varios rumbos, incluyendo la desaparecida Escuela de Tiro de muy triste y tétrica  memoria hasta que se instaló semi definitivamente en los llanos de Balbuena. Se nivelaron los terrenos para que los aviones pudieran despegar y aterrizar, incluso se construyeron varios hangares a los que se bautizó con los nombres de aviadores famosos, costumbre que sigue persistiendo en la actualidad. Al finalizar la década de los años 30as la escuela fue trasladada a Veracruz y después de una corta estancia la regresaron de nueva cuenta a la ciudad de México. Posteriormente la vuelven a cambiar ahora hacia la industriosa ciudad de Monterrey, N.L. quedando ubicada en los terrenos de la ciudad militar a corta distancia del campo de aviación. Siguiendo su peregrinar en el año de 1943 la envían a la plaza de Guadalajara, Jalisco, quedando asentada en el antiguo casco de una hacienda, y luego ex convento llamado  del Espíritu Santo en la confluencia de las calles Lafayette e Hidalgo en pleno centro de la ciudad, hasta que se terminaron las nuevas instalaciones en la Base Aérea Militar  No. 5 en Zapopán, Jalisco en 1953, lugar donde se encuentran actualmente ya con edificaciones muy modernas que son un orgullo para la Fuerza Aérea Mexicana.

Quisiera mencionar antes de terminar que algunos alumnos fueron seleccionados para formar parte del Grupo de Perfeccionamiento Aeronáutico en 1944 para terminar sus estudios en los Estados Unidos e ingresar al Escuadrón Aéreo de Pelea 201 para participar en la II Guerra Mundial.

El material de vuelo como es natural también ha sufrido muchos cambios y actualizaciones, desde los Kantner Moissant, los Bleriots y aquellos excelentes monoplanos y biplanos de construcción nacional hasta llegar a los Stearman PT-17 y los clásicos North American AT-6 durante la Segunda Guerra Mundial los cuales  vieron pasar un sinfín de generaciones de pilotos aviadores, hasta llegar a los actuales aviones turbohélices con lo último en tecnología digital.

Sería demasiado presuntuoso de mi parte tratar de reunir en tan corto tiempo tanta historia de aviación, solo me resta agregar que en la Escuela Militar de Aviación no han cambiado ni sus tradiciones, ni su apego al estudio ni la manera que tiene para formar excelentes líderes, ciudadanos ejemplares y profesionales bien preparados. Para todos los que hemos pasado por esas aulas es satisfactorio ver como cada mañana, como hace exactamente 100 años, los aviones de nuestra escuela siguen surcando el cielo de Jalisco, en su incansable afán de enseñar a los cadetes el muy fino, muy elegante y muy distinguido, arte de volar.

Por su atención, Muchas Gracias.

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