Para muchas generaciones de ciudadanos
soviéticos, Marésiev se convirtió en un símbolo de coraje, un héroe, un hombre
de verdad. En la primavera de 1942 perdió ambas piernas y tan sólo un año
después volvió a las filas de la aviación militar, consiguiendo derribar de
nuevo a los aviones nazis.
Soñando con volar
Alexei nació el 20 de mayo de 1916 en
una familia humilde. Su padre murió cuando él tenía sólo tres años y su madre
tuvo que criar sola a tres hijos. Para ir a la escuela Alexei tenía que caminar
ocho kilómetros, pese a lo cual logró superar ocho cursos.
Más tarde, el joven ingresó en una
escuela de oficios y recibió el título de tornero. Pero Alexei siempre quiso
ser piloto, aunque no pudo ingresar en el Instituto de Aviación de Moscú por
razones de salud, ya que durante su niñez padeció de malaria y dolores
articulares.
El Komsomol Unión Comunista de la
Juventud le mandó al Lejano Oriente para que participara en la construcción de
la ciudad de Komsomolsk del Amur. En principio no quería ir, pero un médico le
recomendó que fuera, afirmando que el clima de la región podría ser beneficioso
para su salud. El joven decidió aprovechar la ocasión porque no había perdido
la esperanza de convertirse en piloto.
Cuando abrieron un club aéreo en Komsomolsk
del Amur, empezó a frecuentarlo. En 1937 inició el servicio militar en el
destacamento de los pilotos guarda fronteras. Al finalizar la mili, el joven
comenzó los estudios en la Escuela de Aviación. Cuando empezó la guerra
Marésiev trabajaba como piloto instructor.
Deseo de vivir
El 23 de agosto de 1941 realizó su
primer vuelo de combate. Casi medio año después, a principios de 1942, derribó
por primera vez un bombardero alemán. El 4 de abril de 1942, en la región de
Nóvgorod oeste de Rusia, el avión de Alexei fue abatido por los nazis. El
piloto, gravemente herido, cayó en el territorio ocupado por el enemigo. Según
Marésiev, se salvó gracias al “deseo de regresar con los suyos, de sobrevivir”.
Durante 18 días tuvo que desplazarse a rastras. Unos niños de un pueblo lo
hallaron medio muerto, sin fuerzas. Lo llevaron a la aldea y trataron de
ayudarle, pero el herido requería de asistencia médica. A principios de mayo
lograron trasladarlo a Moscú, pero ya habían empezado a gangrenarse sus heridas
y los doctores se vieron obligados a amputarle ambas piernas.
Estando en el hospital, Marésiev
empezó a entrenarse. Quería volver a pilotar y no dudaba que podría hacerlo con
la ayuda de prótesis. Gracias a los entrenamientos diarios y a su fuerza de
voluntad, a principios del año 1943 Marésiev pasó el chequeo médico y fue
enviado a una escuela de aviación. Un mes después, realizó su primer vuelo.
De vuelta al frente
El piloto insistió en que lo enviaran
de nuevo al frente y enseguida se vio en el llamado ‘Arco de Kursk’. El técnico
de aviones Piotr Pívkin recuerda cómo Maresiév llegó a su unidad militar:
“En junio del 43 llegaron rumores
extraños a la segunda escuadrilla: ‘Va a llegarles a ustedes un aviador sin
piernas’. No sabíamos qué pensar. ¿Cómo es posible? ¿Un piloto sin piernas?
Pero de hecho, al cabo de un par de
días, cerca del aeródromo, se detuvo un camión del cual salieron dos Tenientes:
Petrov y Marésiev.
El futuro héroe tenía un aspecto
extraño por aquel entonces. Iba contoneándose y apoyándose en un bastón.
Llevaba puesta una guerrera con la Orden de la Bandera Roja, un pantalón marrón
rayado con agujeros en las rodillas producto de las prótesis y unos zapatos de
becerro civiles.
Por supuesto, Marésiev no contaba a
diestra y siniestra lo que le había pasado, pero poco a poco todo el regimiento
se enteró de su historia”.
El comandante del regimiento de
Máresiev no le permitía realizar vuelos en combate. El piloto sufría por la inactividad
forzosa. El jefe de la escuadrilla, Chislov, decidió ayudarle y lo llevó como
pareja para un vuelo en combate. Después de unos cuantos combates aéreos
exitosos realizados en pareja con Chislov, el comandante cambió su opinión
sobre Marésiev. Alexei justificó las esperanzas puestas en él: el 20 de julio
de 1943, durante un combate aéreo contra fuerzas enemigas más numerosas, salvó
la vida a dos pilotos soviéticos y derribó tres aviones nazis. La fama de Alexei
Marésiev se extendió por todo el frente. Los corresponsales empezaron a
frecuentar el regimiento. Un mes después le otorgaron el título de Héroe de la
Unión Soviética.
El técnico Pívkin recuerda: Marésiev
“regresó a la unidad no sólo con la Estrella Dorada, sino que también llevaba
un nuevo pantalón abotinado de oficiales y unas botas relucientes de becerro.
Estaba feliz. Abrió los brazos como si estuviera diciendo: ‘Vean qué bien
estoy’. Y se echó a correr. De hecho, corrió unos ocho metros, tropezó y se
cayó. Todos los que estaban cerca se acercaron hacia él para ayudarle, pero ya
estaba sentado riéndose”.
En total Marésiev realizó 86 vuelos de
combate durante la guerra y derribó a 11 aviones enemigos 4 antes de resultar
herido y 7 después. En 1944 dejó el Ejército y regresó al sector educativo
ocupando el cargo de piloto inspector.
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