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domingo, 6 de julio de 2014

CON GANAS DE VOLAR



Para muchas generaciones de ciudadanos soviéticos, Marésiev se convirtió en un símbolo de coraje, un héroe, un hombre de verdad. En la primavera de 1942 perdió ambas piernas y tan sólo un año después volvió a las filas de la aviación militar, consiguiendo derribar de nuevo a los aviones nazis.


                                                                  Soñando con volar


Alexei nació el 20 de mayo de 1916 en una familia humilde. Su padre murió cuando él tenía sólo tres años y su madre tuvo que criar sola a tres hijos. Para ir a la escuela Alexei tenía que caminar ocho kilómetros, pese a lo cual logró superar ocho cursos. 


Más tarde, el joven ingresó en una escuela de oficios y recibió el título de tornero. Pero Alexei siempre quiso ser piloto, aunque no pudo ingresar en el Instituto de Aviación de Moscú por razones de salud, ya que durante su niñez padeció de malaria y dolores articulares. 


El Komsomol Unión Comunista de la Juventud le mandó al Lejano Oriente para que participara en la construcción de la ciudad de Komsomolsk del Amur. En principio no quería ir, pero un médico le recomendó que fuera, afirmando que el clima de la región podría ser beneficioso para su salud. El joven decidió aprovechar la ocasión porque no había perdido la esperanza de convertirse en piloto. 


Cuando abrieron un club aéreo en Komsomolsk del Amur, empezó a frecuentarlo. En 1937 inició el servicio militar en el destacamento de los pilotos guarda fronteras. Al finalizar la mili, el joven comenzó los estudios en la Escuela de Aviación. Cuando empezó la guerra Marésiev trabajaba como piloto instructor.
 

                                                                 Deseo de vivir 


El 23 de agosto de 1941 realizó su primer vuelo de combate. Casi medio año después, a principios de 1942, derribó por primera vez un bombardero alemán. El 4 de abril de 1942, en la región de Nóvgorod oeste de Rusia, el avión de Alexei fue abatido por los nazis. El piloto, gravemente herido, cayó en el territorio ocupado por el enemigo. Según Marésiev, se salvó gracias al “deseo de regresar con los suyos, de sobrevivir”. Durante 18 días tuvo que desplazarse a rastras. Unos niños de un pueblo lo hallaron medio muerto, sin fuerzas. Lo llevaron a la aldea y trataron de ayudarle, pero el herido requería de asistencia médica. A principios de mayo lograron trasladarlo a Moscú, pero ya habían empezado a gangrenarse sus heridas y los doctores se vieron obligados a amputarle ambas piernas. 


Estando en el hospital, Marésiev empezó a entrenarse. Quería volver a pilotar y no dudaba que podría hacerlo con la ayuda de prótesis. Gracias a los entrenamientos diarios y a su fuerza de voluntad, a principios del año 1943 Marésiev pasó el chequeo médico y fue enviado a una escuela de aviación. Un mes después, realizó su primer vuelo. 


                                                              De vuelta al frente 


El piloto insistió en que lo enviaran de nuevo al frente y enseguida se vio en el llamado ‘Arco de Kursk’. El técnico de aviones Piotr Pívkin recuerda cómo Maresiév llegó a su unidad militar: 


“En junio del 43 llegaron rumores extraños a la segunda escuadrilla: ‘Va a llegarles a ustedes un aviador sin piernas’. No sabíamos qué pensar. ¿Cómo es posible? ¿Un piloto sin piernas? 


Pero de hecho, al cabo de un par de días, cerca del aeródromo, se detuvo un camión del cual salieron dos Tenientes: Petrov y Marésiev. 


El futuro héroe tenía un aspecto extraño por aquel entonces. Iba contoneándose y apoyándose en un bastón. Llevaba puesta una guerrera con la Orden de la Bandera Roja, un pantalón marrón rayado con agujeros en las rodillas producto de las prótesis y unos zapatos de becerro civiles. 


Por supuesto, Marésiev no contaba a diestra y siniestra lo que le había pasado, pero poco a poco todo el regimiento se enteró de su historia”. 


El comandante del regimiento de Máresiev no le permitía realizar vuelos en combate. El piloto sufría por la inactividad forzosa. El jefe de la escuadrilla, Chislov, decidió ayudarle y lo llevó como pareja para un vuelo en combate. Después de unos cuantos combates aéreos exitosos realizados en pareja con Chislov, el comandante cambió su opinión sobre Marésiev. Alexei justificó las esperanzas puestas en él: el 20 de julio de 1943, durante un combate aéreo contra fuerzas enemigas más numerosas, salvó la vida a dos pilotos soviéticos y derribó tres aviones nazis. La fama de Alexei Marésiev se extendió por todo el frente. Los corresponsales empezaron a frecuentar el regimiento. Un mes después le otorgaron el título de Héroe de la Unión Soviética. 


El técnico Pívkin recuerda: Marésiev “regresó a la unidad no sólo con la Estrella Dorada, sino que también llevaba un nuevo pantalón abotinado de oficiales y unas botas relucientes de becerro. Estaba feliz. Abrió los brazos como si estuviera diciendo: ‘Vean qué bien estoy’. Y se echó a correr. De hecho, corrió unos ocho metros, tropezó y se cayó. Todos los que estaban cerca se acercaron hacia él para ayudarle, pero ya estaba sentado riéndose”. 


En total Marésiev realizó 86 vuelos de combate durante la guerra y derribó a 11 aviones enemigos 4 antes de resultar herido y 7 después. En 1944 dejó el Ejército y regresó al sector educativo ocupando el cargo de piloto inspector. 

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