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viernes, 29 de agosto de 2014

AL FIN, LAS FUERZAS ARMADAS SE COORDINAN



El Presidente Enrique Peña Nieto ya dio luz verde para la creación de un Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas que estará constituido por mandos del Ejército, Fuerza Aérea y de la Armada de México.

El asunto no es menor, por primera vez en la historia se pretende que soldados, pilotos y marinos colaboren y actúen coordinadamente en las crecientes tareas que han ido asumiendo las fuerzas armadas, particularmente en el combate al crimen organizado y en misiones operativas.

Fuentes castrenses confirmaron ésta información y destacaron la “buena química” que hay entre el almirante secretario de Marina, Vidal Francisco Soberón Sanz, y el general secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, quienes impulsaron la idea de establecer el Comando Conjunto, la cual ya fue avalada por su comandante supremo.

Después de muchos años en que hubo reticencias y recelos entre militares y marinos, parece que ahora sí, Vidal y Cienfuegos coincidieron en unir esfuerzos para aprovechar mejor los recursos humanos y materiales con que cuentan.

La que resultará beneficiada con la medida, será sin duda la Fuerza Aérea, la cual por fin será reconocida como un arma a la altura del Ejército y de la Armada.

Y es que, para evitar malos entendidos y rencillas que echen a perder este proyecto, la comandancia del Comando Conjunto será rotativa y cambiará cada dos años, tal y como ocurre en la gran mayoría de los ejércitos del mundo.

Esto le permitirá a los generales pilotos de ala ocupar un lugar preponderante que hasta la fecha se les había negado, ya que al estar integrada la Fuerza Aérea a la Secretaría de la Defensa Nacional, los pilotos han estado subordinados a lo que ordenen los generales de tierra.

Este acercamiento no quiere decir que en el ánimo del Presidente Peña Nieto esté la idea de crear un solo Ministerio o Secretaría de la Defensa, o de que la Secretaría de Marina sea absorbida por la Defensa Nacional.

Los informantes precisaron que ni el Presidente, ni los titulares de la Defensa Nacional ni de Marina están pensando en eso. Se trata únicamente de conjuntar esfuerzos y trabajar coordinadamente.

Para no dejar dudas, los funcionarios dejaron en claro que al interior del gabinete presidencial tampoco se tiene contemplada la idea de tener un secretario de la Defensa Nacional o de Marina civil.

Por otra parte, la decisión gubernamental de que el Ejército y la Armada de México creen grupos de élite antisecuestro y antiextorsión nos demuestran una triste realidad. A casi un año del gobierno de Peña Nieto, y de que éste prometió que contaríamos con una fuerza policíaca civil para enfrentar al crimen organizado, los hechos nos demuestran exactamente lo contrario. Y es que, ni los militares, ni los marinos pidieron involucrarse en el combate al secuestro y la extorsión.

Más bien, pareciera un intento desesperado por frenar estos delitos que se han incrementado sustancialmente en los últimos meses.

Nos aseguran que un componente fundamental de estos grupos de élites será el trabajo de inteligencia y la explotación de información, no sólo para frenar la delincuencia, sino para desmantelar de fondo y de raíz las organizaciones criminales.

No se caerá en el error de detener a quienes cobren rescates o extorsiones, se pretende que con la explotación de la información y con inteligencia se capture a toda la red.

Pero este trabajo de las fuerzas armadas, por razones legales, será acompañado por elementos de la Procuraduría General de la República y de la Secretaría de Seguridad Pública federal, quienes serán los menos, debido a la desconfianza que aún impera en los mandos castrenses respecto a los agentes federales.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos en México

Esta semana se realizó en nuestro país el 48 Período Extraordinario de Sesiones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, asunto que deja varios temas para reflexionar.

Y es que, a pesar de que algunos ministros ven con buenos ojos que México se acerque cada vez más éste órgano internacional, como una forma de ampliar la protección de los derechos humanos con la aplicación de criterios internacionales.

Lo cierto es que al interior del pleno prevalece una línea dura que sostiene que la constitución mexicana prevalece sobre cualquier tratado o criterio jurídico internacional.

Esta falta de acuerdos fue evidente durante los tres días que sesionó la Corte Interamericana, porque durante las sesiones públicas, ningún ministro estuvo presente en las audiencias públicas. Algunos integrantes de la Corte mexicana estuvieron presentes en la inauguración del Período Extraordinario que se realizó en un acto protocolario en la sede de la Suprema Corte.

Así, la Corte que fue anfitriona del evento, terminó por marcar su distancia por las diferencias internas que tiene en su seno.

Por otra parte, más que buscar que los jueces mexicanos apliquen los tratados o criterios internacionales para ampliar la defensa de los derechos humanos, los integrantes del pleno de la Corte –como cabeza del Poder Judicial de la Federación– deberían estar preocupados porque los jueces respeten y hagan valer el llamado debido proceso.

Esto implica que todo el proceso penal se realice conforme a derecho, que el ministerio público presente las pruebas acusatorias suficientes e incontrovertibles, que el acusado tenga la posibilidad de presentar las pruebas a su favor y que la víctima sea reparada en el daño que le fue cometido.

La fórmula pareciera simple, pero cuántas personas son sentenciadas por jueces que dieron por buenas las acusaciones del ministerio público sin tomarse la molesta de analizar las pruebas; cuántos no tuvieron la oportunidad de tener una adecuada defensa y cuántos fueron sentenciados sin pruebas contundentes que demostraran su culpabilidad.

El lamentable caso de Alberto Patishtán es prueba de un proceso judicial amañado en el que los jueces que conocieron el asunto fueron cómplices de un atropello.

Sin embargo, ni los jueces, ni los ministerios públicos que permitieron ésta injusticia fueron sancionados por su actuar.
La presencia de la Corte Interamericana en México acaparó reflectores, mientras la impunidad y falta de compromiso de muchos jueces siguió reinando en la oscuridad cotidiana de nuestro sistema de justicia. 

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