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miércoles, 20 de agosto de 2014

LO QUE CUESTA UNA ESTAMPILLA ANTIGUA

Compañeros pilotos aviadores, permítanme informarles que soy en lo personal un coleccionista de estampillas postales (Tengo más de 500,000 estampillas) y es por esto que les informo acerca de la subasta que se llevó a cabo ayer martes 19 de agosto en Nueva York por la casa de subastas: Sotheby´s.



El sello postal conocido como “One Cent Magenta” del año 1856, de la entonces Guyana Británica, pieza de la cual no hay más que un solo ejemplar, se ha convertido nuevamente en la pieza filatélica más valiosa en la actualidad, luego de ser subastada recientemente en Nueva York en la impresionante cantidad de 9.5 millones de dólares, convirtiéndose con sus 0.04 gramos, en el objeto más valioso del mundo en relación a su peso.



En pocas palabras: Este pedazo de papel vale relativamente más que el mejor diamante del mundo, por ejemplo. Todo esto me recuerda, y creo que es lo importante del asunto, el rol de la relación peso-valor-rentabilidad-eficiencia técnica y sus vínculos con la logística al hablar de operaciones aéreas, en especial cuando recordamos el linaje postal de las aerolíneas, la importancia del peso de los sacos de correo en las finanzas de las primeras concesiones aéreas y el valor actual de los contratos de correo.

El peso, expresado como una unidad de medida gravitatoria que actúa sobre un objeto y no como moneda--aclaro, siempre ha sido un factor crítico en el desempeño técnico y rentabilidad de las operaciones aéreas.

Baste recordar que uno de los grandes retos a los que se enfrentaron los pioneros de la aeronáutica mundial fue diseñar motores capaces de propulsar las aeronaves, pero que a la vez fuesen lo suficientemente livianos como para no convertirse en lastres por sí mismos.

Lastres como los que Charles Lindbergh intentó eliminar por completo, apostando a emplear para combustible cada gramo de capacidad operativa en su avión bautizado “Espíritu de San Luis” con tal de lograr el máximo alcance de vuelo en la aeronave y así poder cruzar el Atlántico con destino a París en 1927, rechazando además atractivas ofertas para llevar a bordo piezas postales de insignificante peso, pero con enorme valor filatélico y por ende monetario.

Irónicamente, a partir de que logró aterrizar con éxito en su destino, Lindbergh quien por cierto fue piloto del correo norteamericano se convirtió en una interesantísima y apreciada clasificación temática dentro de la vasta categoría aeroespacial del coleccionismo filatélico.

Fanático de la geografía, de la filatelia y de la historia, siempre he considerado que el buen operador logístico debe tener adecuados niveles de educación en materia de geografía y geopolítica.


En este sentido, el sello postal, además de ser un elemento clave en la logística se constituye tal y como el valor de piezas como el “One Cent Magenta” lo demuestran, en una interesante alternativa de inversión, presentándose además como una atractiva opción de complemento en la formación educativa de las nuevas generaciones de profesionales de todos los niveles y de todas las ramas, combinado el entretenimiento con la cultura y recordándonos en el caso específico de la logística, como es que kilo a kilo, se ha construido el aerotransporte mundial.

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