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miércoles, 20 de agosto de 2014

LAS BIENAVENTURANZAS DE UN PILOTO VIEJO





Bienaventurados aquellos que comprenden mis pasos vacilantes y mis manos temblorosas…

Bienaventurados mis compañeros pilotos aviadores que no tienen en cuenta mis olvidos…

Bienaventurados mis familiares que saben que capto las palabras con dificultad, por eso procuran hablarme más alto y pausadamente…

Bienaventurados los que perciben que mis ojos, de tanto observar las nubes, ya están nublados, por eso mis reacciones son lentas…

Bienaventurados mis nietos que desvían su mirada, simulando no haber visto el café que sin querer derramé en la mesa…

Bienaventurados mis compañeros de generación que sonríen y me prestan atención cuando conversan conmigo…

Bienaventurados los que leen mis escritos y nunca me dicen: “Eso ya lo habías publicado…

Bienaventurados todos lo que se acercan a ayudarme cuando me siento o me paro, porque observan que soy un discapacitado…

Bienaventurados los que me hacen sentir que estoy vivo y no estoy abandonado…

Bienaventurados los que comprenden cuanto me cuesta encontrar fuerzas para aguantar mi edad y mi cruz…

Bienaventurados los que me alegran estos últimos años sobre la tierra…

Bienaventurados aquellos que entienden bien, el porqué ya colgué mis alas…

Bienaventurada mi esposa, que me acompaña, me sostiene, me alienta y me anima a esperar que de el último aterrizaje…

Cuando yo llegue al cielo de nuevo, a ese cielo que cruce tantas veces en mi avión, le pediré por ellos a Dios… Amén…

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