Hola Amigos, permítanme transcribir un artículo que me envió el Capitán Enrique Guerrero Osuna.
El rescate del Subteniente
Piloto Aviador Guillermo García Ramos.
Por el Capitán Piloto
Aviador Enrique A. Guerrero Osuna.
La vida da vuelcos
insospechados, algunas veces para beneficiar a alguien o para sumir en un
infierno a otros, todo depende en qué lado de la “barrera” se encuentre uno.
Esto viene a colación por lo
que le sucedió a un aguerrido Piloto Aviador Militar perteneciente al famoso
Escuadrón Aéreo de Pelea 201 de la Fuerza Aérea Mexicana durante su
intervención en la II Guerra Mundial. Muchas son las historias que corren sobre
esta famosa unidad que participó con gran honor al lado de nuestros aliados en
el Teatro del Pacífico del Sur, concretamente en las Filipinas. La mayoría de
esas historias no tienen ningún fundamento histórico comprobable, es notorio
como una gran cantidad de personas se adjudican haber participado en esos
hechos y reclaman honores y reconocimientos que, al menos en lo que respecta al
gobierno mexicano, jamás se les han otorgado.
La realidad es que contrario
a lo que se sabe, el Escuadrón 201 efectivamente participó en las acciones de
guerra, llevando a cabo múltiples misiones de combate en el área del Teatro de
Operaciones del Pacifico del Sur en el archipiélago de las Filipinas. Debido a
la situación táctica que se vivía en ese momento, estamos hablando de mayo de
1945, las fuerzas japonesas se encontraban en franca retirada, la superioridad aérea
norteamericana era absoluta sobre cielos filipinos, los pocos aviones que les
quedaban a los japoneses eran utilizados
para llevar a cabo ataques suicidas sobre embarcaciones norteamericanas, de
hecho, los pilotos japoneses evitaban a toda costa los combates en el aire,
para poder concentrarse en sus ataques “kamikaze”. Así las cosas, para los
pilotos mexicanos era muy difícil encontrar oposición en el aire, más bien el
201 se concentró en ataques a blancos de superficie, bombardeo de instalaciones,
ametrallamiento y ataques sobre blancos de oportunidad, así como apoyo a
fuerzas de superficie. Esta situación era totalmente ajena a los pilotos
quienes a mí me consta fueron dispuestos a todo, el hecho de que su
intervención haya sido por tan corto tiempo fue meramente circunstancial. Los
pilotos mexicanos nunca encontraron oposición en el aire, tuvieron, eso sí, un
encarnizado ataque de las fuerzas japonesas que defendían las pocas
instalaciones que todavía ostentaban en las Filipinas. Otro enemigo a vencer
fue el tiempo meteorológico, ya que durante los meses que el 201 operó en el
Pacifico del Sur las condiciones que prevalecieron fueron muy severas, es
decir, los pilotos mexicanos, como los aliados y sus enemigos por igual,
tuvieron que lidiar con tormentas frecuentes, lluvias torrenciales, vientos
arrachados y baja visibilidad, lo que ocasionó un sinnúmero de accidentes, de
hecho, según las estadísticas hubo más perdidas debido a factores
meteorológicos que a acciones de guerra, es decir, la madre naturaleza
“derribó” más aviones que las balas enemigas. Ya sé que lo anterior va a
sorprender a muchos, pero esa es la realidad.
Debido a situaciones propias
de la guerra, cuando el 201 llegó a las Filipinas se le asignaron aviones P-47
de un modelo no tan actualizado (se trataba de los modelos P-47D 15 RA y P-47D 28RA) , pero al poco tiempo se
le asignaron aviones nuevos, solo que había que ir a recogerlos desde las
Filipinas hasta la isla de Borneo, para lo cual los pilotos mexicanos se
trasladaban en sus aviones antiguos y a su llegada en el Deposito de Biak en
Nueva Guinea eran intercambiados por los flamantes P-47D-30RA nuevecitos recién
desempacados. Quiero aclarar que ese viaje desde Filipinas a Biak era una
jornada bastante larga, volando todo el tiempo sobre el mar sin ningún tipo de
ayudas a la navegación, todo era como lo conocemos los pilotos, es decir, navegación a estima al más puro estilo, parece
y se dice muy fácil, pero no lo es, no se diga en un avión militar sin ayudas,
sin piloto automático, sin nada más que la bendición divina. Entonces sí
valoraremos la audacia de estos pilotos mexicanos en aquella situación tan crítica.
Como quiera, al Subteniente
Piloto Aviador Guillermo García Ramos el 19 de julio de 1945 se le ordenó
trasladar su avión P-47 15RA a la base
aérea de Biak, en Nueva Guinea, un largo traslado. Iban a cambiarlos por los
flamantes modelos P-47D 30RA. No fue solo, iba formando como elemento con el
Capitán Segundo Piloto Aviador Pablo Luis Rivas Martínez, Segundo Comandante del
Escuadrón, sobre el Pacífico encontraron muy mal tiempo, con tormentas y
chubascos de muy gran intensidad, justo después de pasar el Ecuador antes de
llegar a su destino, se separaron debido a las pésimas condiciones por lo que
García Ramos ya no pudo hacer otra cosa que ascender y tratar de lanzarse en
paracaídas perdiendo el contacto con su líder el Capitán Rivas quien
desgraciadamente se dio por desaparecido en la Zona de Combate. Una vez en el
mar, el Subteniente García Ramos infló su “Mae West” (chaleco salvavidas) y su
dinghie (balsa neumática) utilizando los conocimientos de sobrevivencia que le
habían enseñado durante su entrenamiento. Se mantuvo a la expectativa pero
sabía que se encontraba en un gran riesgo de ser ubicado por las fuerzas japonesas
que merodeaban el área. Eso en pocas y escuetas palabras se llama miedo, al
cual durante una guerra los pilotos no están exentos. Miedo de no saber qué iba
a ser de él, miedo a la posibilidad de
caer prisionero, miedo a la muy humana posibilidad de no salir vivo de aquella
experiencia.
Al mayor Larry D. Dennis,
comandante del Escuadrón de Servicio (no llevaban a cabo operaciones de
combate) 374 con base en Biak, Nueva Guinea, el día 19 de julio de 1945 se le
nombró la misión de salir en una misión de búsqueda y salvamento de un piloto holandés
que había sido derribado. La orden se cumplió abordo de un avión Consolidated OA-10A Catalina (PBY en la Armada), durante la cual
no vieron absolutamente nada, a excepción de que ya para finalizar su misión,
durante los últimos minutos de visibilidad diurna, el mayor Dennis observó un
reflejo de lo que el creyó era una señal de algún aviador. Sin estar seguro
regresaron a su base. Al día siguiente el Mayor Dennis solicita oficialmente
salir en otra misión de búsqueda, cosa que le fue denegada ya que al piloto holandés
que fueron a buscar el día anterior ya había sido rescatado. El mayor Dennis
insistió, consiguió otro OA-10A Catalina de la Fuerza Aérea y con una
tripulación improvisada (no encontró copiloto) reclutó al primer aviador que
encontró en los alrededores, el cual era un oficial australiano, que no era
piloto y a un ingeniero de vuelo. Observen como quedo conformada aquella tripulación:
un piloto capacitado para volar el Catalina (Dennis), un Copiloto (el australiano) que no era piloto y un ingeniero de vuelo
improvisado. Así se volaba en ese entonces (en el argot militar eso se conoce
como: “necesidades del servicio”). Despegaron y volaron hacia el área que Dennis
había observado el día anterior, a él le urgía ir a checar la señal que había
visto. La suerte quiso que encontraran la balsa con el Subteniente García
Ramos. Al verlo Dennis maniobró rápidamente ya que se encontraban en una zona
enemiga y acuatizó a un lado del piloto mexicano, en la prisa por subir a
García Ramos al avión el oficial australiano se cayó al agua, de manera que el
ingeniero de vuelo tuvo que maniobrar solo, mientras Dennis piloteaba el
Catalina para subir a ambos por la burbuja de salvamento del Catalina, una vez
arriba del avión, volvieron a despegar y regresaron a Biak sanos y salvos. El
mayor Dennis presumió a su llegada como había rescatado a un piloto ya que sus
compañeros se burlaban de el en sus anteriores misiones que nunca había
rescatado a nadie. Les presentó al Subteniente García Ramos quien totalmente
“ensopado” (tardaron un buen rato en darle ropa seca), claro después de estar
varias horas en el mar a merced de los elementos, apenas quiso saludarlos ante la falta de
respeto. Dennis le regaló a García Ramos ropa limpia y un par de zapatos los
cuales había perdido durante su odisea y lo alojó en su barraca mientras García
Ramos pudo regresar al 201. Al llegar a su base en Porac contó su aventura y se
tomó nota para agradecer al mayor Dennis su gesto heroico.
Andando el tiempo en 1948,
la Fuerza Aérea Mexicana decidió condecorar al mayor Dennis por su gesto de
valentía para lo cual se le hizo una invitación a que viniera a la ciudad de
México, cosa que Dennis solicitó oficialmente a sus subalternos, pero desgraciadamente
debido a la política de austeridad decretada en las fuerzas armadas
norteamericanas en ese entonces, su solicitud fue temporalmente denegada, por
lo que el gobierno mexicano decidió enviarle un reconocimiento (Medalla al Mérito
Militar Primera Clase) por medio de la embajada en Washington, lo cual se llevó
a cabo. Fue finalmente hasta el año de 1963 cuando se le volvió a hacer una
invitación para que el mayor Dennis pudiera trasladarse a la ciudad de México,
misma que en esta ocasión sí fue aceptada protocolariamente por ambos países. A
su llegada a nuestro país fue recibido por el Secretario de la Defensa y en una
sobria ceremonia estilo militar se le condecoró con la Medalla de Servicio en
el Lejano Oriente, igualmente el Comandante de la Fuerza Aérea Mexicana lo
nombró Oficial Piloto Aviador Honorario colocándole las alas doradas
respectivas. Igualmente, el propio Subteniente García Ramos, ahora convertido
en Capitán de Mexicana de Aviación y con una gran familia de 7 hijos, le regaló
sus alas en un gesto de caballerosidad.
Corolario:
Las misiones que llevaron a
cabo los Pilotos Aviadores del Escuadrón Aéreo de Pelea 201 durante la Segunda
Guerra Mundial en las Filipinas eran igual e implicaban el mismo riesgo que
cualquier unidad de combate de los Aliados.
(El Subteniente Guillermo
García Ramos perteneció al Escuadrón Aéreo de Pelea 201, Escuadrilla “Charlie”
al mando del Teniente Héctor Espinosa Galván, quien a su vez falleció en una
misión de combate el 16 de julio de 1945). N. del A.
En la misión que se relata
del 19 de julio de 1945 se perdieron dos aviones P-47, el del Capitán Segundo
Piloto Aviador Pablo Luis Rivas Martínez desaparecido en la Zona de Combate cuyo
cuerpo jamás fue recuperado, y el del Subteniente Piloto Aviador Guillermo García
Ramos, afortunadamente rescatado de las traicioneras aguas del Pacifico del
Sur.
Desgraciadamente el Capitán
Guillermo García Ramos falleció el 04 de junio de 1969 en un accidente de
aviación tripulando un Boeing 727 de Mexicana de Aviación en la ciudad de Monterrey,
N.L.
Consultas:
“To Join the allies” de Santiago Flores.
Conferencia sustentada por
el Piloto Aviador Amadeo Castro Almanza (Veterano del 201) en la ciudad de La
Paz, B.C.S. noviembre de 1997.
Relatos personales del
Piloto Aviador Jaime Cenizo Rojas (Veterano del 201) recabados por el autor.
Archivo personal del autor.
Honor a quien honor merece. Mis respetos para todos los mencionados en este relato histórico. Dios les bendiga siempre.
ResponderEliminarSi no hubiera sido rescatado el subteniente P.A. Guillermo García Ramos, quiza los 78 pasajeros del vuelo 704 de Mexicana de Aviación hubieran corrido con mejor suerte, ni modo.
ResponderEliminarCallate a la verga cabron; insultando a un veterano de la guerra? No te pases de verga.
ResponderEliminarNunca llegarás a ser tan grande como el fué.
Manda respeto donde se debe pendejo.
Atentamente, su nieto.