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lunes, 20 de junio de 2016

VOLAR ES UNA SINFONÍA

Que hermosas son las reflexiones del Cap. P. A. Enrique Guerrero Osuna...



Sinfonía: pieza musical que consta de al menos, de cuatro movimientos, a saber: “allegro, scherzo, minué y rondó” (puede tener más o menos, dependiendo, pero eso es lo normal). Citaré solo unos cuantos maestros que han escrito grandes sinfonías, ya que no quiero meterme en problemas: Haydn, Gustav Mahler, Anton  Bruckner, Jean Sibelius, Mozart, y Beethoven, entre otros. 



Paralelamente, un vuelo tiene los siguientes “movimientos”: despegue, ascenso, crucero, descenso y aproximación y aterrizaje. Todo debe ser ejecutado de acuerdo a una “partitura” (PSO´s o SOP´s  o como quieran).

PSO: Procedimiento Sistemático de Operación= (lo que deben hacer los pilotos en cada uno de sus vuelos).

Lo que me llama la atención es que una sinfonía está diseñada para que un equipo (la orquesta) la desarrolle, igual, ni más ni menos que un vuelo, sea del tipo que fuere, puede tratarse de un avión monomotor, de un vuelo militar, de un vuelo comercial con pasajeros, de un vuelo con carga, de un vuelo ejecutivo o simplemente de un vuelo para aplicaciones agrícolas, en pocas palabras, de un fumigador (aunque usted no lo crea, atrás de cada vuelo, por simple que parezca, existe un gran equipo que vigila, supervisa y ayuda a que todo salga bien). Todos compartimos el mismo cielo sin que nadie se preocupe de dónde venimos, en que escuela estudiamos, quien fue nuestro instructor, o de cuanta experiencia u horas de vuelo tenemos, allá arriba, todos somos iguales y nos afectan las mismas reglas y los mismos fenómenos. El tamaño de nuestro avión, la potencia de los motores, la cantidad de equipo que traigamos, la cantidad de horas de vuelo en la bitácora, nada, absolutamente nada le interesa a la madre naturaleza. Por eso debemos de ser humildes. La naturaleza no reconoce colores o sabores, ella solo hace su trabajo y nada más y si alguien de nosotros nos atravesamos en su camino, nos derriba.

Si me preguntan, porque me van a preguntar, no sé nada de música, sin embargo con el tiempo he desarrollado un gusto enorme por escuchar la música como tal, naturalmente y dependiendo del estado de ánimo a veces preferimos escuchar determinado tipo. A las notas de un son jalisciense sentimos hervir la sangre, nos sentimos muy machos y valentones y nos da por tomar tequila, y disparar balazos sin ton ni son. Eso ya está cambiando, pero seguimos, como mexicanos, prefiriendo la música nacional. De hecho el mariachi es ampliamente buscado en muchas partes del mundo por sus notas alegres y vivarachas, igual el tequila por sus efectos inmediatos, así que combinando los dos tenemos una mezcla perfecta para la alegría. Conste que no estoy promocionando el consumo de bebidas espirituosas, simplemente tenemos que reconocer lo que más nos gusta como seres humanos.

Desde tiempos inmemoriales para mí el ir a realizar un vuelo significaba, y aún significa, participar en un ritual, si no sagrado, si envestido de la mayor seriedad. Esa es una orgullosa herencia de mi Alma Mater, en donde se me enseñó a respetar cada vuelo como si fuera una obra divina, una sinfonía si ustedes quieren, aunque esa comprensión me llegó más tarde.



Cada vuelo es diferente. Tal vez la “partitura” (manuales, Procedimientos Sistemáticos de Operación, listas de check, etc.)  sea la misma, pero las condiciones son absolutamente diferentes cada vez que nos lanzamos a esa aventura sin par y sin igual que significa el desafiar las leyes eternas de la gravedad (el vuelo). Las aves saben volar, los humanos aprendimos a volar, eso nos convierte en colegas (de las aves)  pero cuidado, no debemos confundirnos, las aves lo hacen intuitivamente, nosotros tenemos que aprender a volar, y no todos tenemos las facultades o como dice un sobrino mío de Mexicali: “con los arreos necesarios”. Para mí, un piloto nace, pero no lo sabe, tiene que descubrir esas cualidades y si nunca lo intenta jamás lo descubrirá, por eso yo les digo a los jóvenes: “si sienten el llamado del vuelo como tal, no la parafernalia económico-social que lo acompaña, inténtenlo. Desde siempre el aprender a volar ha resultado algo que involucra costos relativamente altos, a los hermanos Whrigt no les resultaron baratos sus experimentos, en Francia tampoco era fácil lanzarse a “l áir”, necesitabas un buen respaldo económico. La cosa no ha cambiado mucho, aprender a volar sigue siendo extremadamente caro, sea en un continente o en otro. En México no somos la excepción, actualmente existen dos opciones principales: escuelas en el medio civil, con muchas variantes y planes de estudio, y muy importante: un alto costo aunque cada escuela tiene planes de financiamiento. Por otro lado tenemos el medio militar a su vez con dos opciones: La Escuela Militar de Aviación de la Fuerza Aérea Mexicana o a través de la Armada de México, ambas opciones requieren de un esfuerzo bastante considerable en el rango académico y muy demandante en el aspecto físico, pero no implican ningún costo económico, algo a considerar. Eso sí, al finalizar los estudios esta uno comprometido a prestar determinado número de años de servicio, orgullosamente en las diversas unidades de la Fuerza Aérea Mexicana o de la Armada de México.

Los norteamericanos han desarrollado un sistema que facilita tremendamente ese aprendizaje, tan es así que nos dicen que los terroristas del 11 de septiembre aprendieron a volar sin ningún problema, en escuelas norteamericanas, si esto fuera cierto, sería una ironía. Independientemente de esos acontecimientos, en los Estados Unidos, y eso se los tengo que reconocer, consideran a la aviación como una actividad prioritaria para el avance de su país. La impulsan (a la aviación) en una forma completa, desde sus legisladores en Washington, hasta el último granjero en Oklahoma, todos consideran a la aviación como una actividad que merece el respeto y la atención nacional. Y les ha ido bien. A nivel mundial son ejemplo de cómo se debe apoyar y desarrollar esa actividad y por supuesto, sobre sale en este renglón. El sistema de Control de Tránsito Aéreo de los Estados Unidos es el mejor del mundo. Punto. Yo he tenido modestamente oportunidad de volar en varias partes del mundo y en ningún lugar me he sentido con la confianza que a los pilotos nos proporciona el sistema norteamericano de control aéreo, los controladores son absolutamente una gran ayuda para nosotros los pilotos, desde notificarnos si tenemos mal tiempo en nuestra ruta, nos sugieren las mejores desviaciones, etc. Y actualmente con los modernos sistemas de navegación GPS nos permiten seguir rutas directas a cualquier lugar de los Estados Unidos con las restricciones que imponen  ciertas áreas muy transitadas. Una verdadera hermosura.

Acá en nuestro castigado país no es tan fácil. Debo reconocer sin embargo que los Controladores de Tráfico Aéreo mexicanos son tan buenos como los de cualquier país de la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional), sin embargo la legislación aérea mexicana (de los años 50as), no les permite mucho campo de acción, y los restringe muchísimo. El sistema antiquísimo de rutas y radiales con Radio Faros Omnidireccionales, mejor conocidos en el medio aeronáutico como VOR´s está a punto de desaparecer, funcionó por muchos años, pero tenemos que darle paso a los sistemas  modernos y la SCT y la DGAC se niegan a aceptar estos cambios, quieren seguir anquilosados en sus nichos. Allá ellos.

Regresando a nuestro tema. Tanto una sinfonía como un vuelo común y corriente son el resultado de un trabajo en equipo, eso es muy importante. Si alguien de la orquesta desafina echa a perder el trabajo de los demás, igual sucede en un vuelo, todos deben, o más bien debemos seguir la misma partitura so pena de provocar un incidente, o más grave aún, un accidente.



Parte de la preparación de cada vuelo, al menos ese ritual me fue enseñado en la Escuela Militar de Aviación, empieza desde el mismísimo momento que uno se levanta, teníamos que preparar nuestro equipo de vuelo, overol, zapatos, piernera, resumen de maniobras (o ruta, en su caso), y presentarnos en la línea de vuelo con todo listo y prestigiados (bañados, rasurados y todo lo que terminará en ado). Parecerá una exageración, pero los Instructores no nos perdonaban ninguna omisión, creo sincera y orgullosamente que en mi Escuela eso sigue igual. En la EMA al vuelo se le considera una actividad primordial, como en una orquesta la ejecución de una sinfonía, ni más ni menos. He ahí para mí las similitudes. Además, el volar es algo excelso, que debe ser ejecutado con toda la entrega posible y como me fue enseñado, sin esperar ninguna retribución, solo el placer de disfrutar de ese maravilloso arte.

Desde la ciudad de Guadalajara, Jalisco, tierra que recibió a la Escuela Militar de Aviación desde hace muchos años…y sigue ahí.



Muchas gracias Enrique por tus reflexiones...

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