¿Dónde aterrizamos?, Esa es la pregunta
que se deben haber planteado los pilotos de las decenas de aeronaves que por
todo el mundo han aterrizado por error en un aeropuerto distinto al que
pretendían llegar. El que firma esta nota alguna vez hace 35 años confundió
aeropuertos y por poco se suma a la estadística volando solo en una avioneta en
Florida.
No
todos han corrido con la misma suerte: solamente en las últimas semanas, dos
aeronaves, incluyendo un Boeing 747-LCF “Dreamlifter” operado por Atlas
Air, que Boeing usa para transportar sub ensambles de su modelo 787 y otro
Boeing, pero un 737-700 de Southwest con 124 pasajeros, aterrizaron
en aeropuertos equivocados en los Estados Unidos y, lo que es peor, en pistas
mucho más cortas de las que pretendían emplear en caso de aterrizar donde
debían.
Una
cosa es aterrizar en un aeropuerto distinto al de destino por razones de
necesidad, pero otra cosa muy diferente es aterrizar en un aeropuerto creyendo
que se está aterrizando en otro, o en otra pista de un mismo aeropuerto,
incluyendo también despegues en distintas pistas, algo que a estas alturas del
desarrollo de las técnicas y equipos de aeronavegación y comunicaciones me
parece inaceptable, toda vez que supone riesgos no solo en materia de largo de
pistas, sino en lo que refiere a posibles colisiones con otras aeronaves u
objetos en tierra, además de generar retos para atender a los pasajeros y las
aeronaves.
¿Se
imaginan estimados lectores las complicaciones diplomáticas que surgieron
cuando un Boeing 727-200 de Air France aterrizó en 1986 en un
aeropuerto de Jordania en lugar de en el de destino en Israel, involucrando a
dos naciones técnicamente en guerra? Hablando de diplomacia y de explicaciones,
estos incidentes recuerdan el caso del colorido aviador norteamericano Douglas
Corrigan que en 1938 y según sus palabras “equivocó el rumbo” y en lugar de
volar entre Nueva York y California, tal y como se le había autorizado, llevó
su viejo Curtiss Robin OX-5 a cruzar sin escalas el Atlántico del Norte y
aterrizar en Dublín, Irlanda, vuelo por lo que su nombre cambió para siempre a
“Wrong Way Corrigan”.
La realidad es que incapaz de obtener el visto bueno de las autoridades aeronáuticas norteamericanas para volar a Irlanda en su maltrecho avión, Corrigan decidió inventarse la historia del error de navegación para justificar su vuelo trasatlántico. Por supuesto que nadie le creyó nunca el argumento.
La realidad es que incapaz de obtener el visto bueno de las autoridades aeronáuticas norteamericanas para volar a Irlanda en su maltrecho avión, Corrigan decidió inventarse la historia del error de navegación para justificar su vuelo trasatlántico. Por supuesto que nadie le creyó nunca el argumento.
En
México no hemos estado exentos de este tipo de incidentes. Por ejemplo, en el año 2010 un McDonnell Douglas MD-83
de Aeroméxico aterrizó por error en la Base Aérea Militar 6 de Terán,
en lugar de hacerlo en el aeropuerto “Albino Corzo” de Tuxtla Gutiérrez,
Chiapas.
Es
así que operadores y autoridades de aviación deben estar alerta ante este tipo
de incidencias, antes de que alguna de ellas se convierta en un nuevo accidente
y pudiera cobrar vidas humanas, como las 83 que cobró el accidente del vuelo 6
de Singapore Airlines, un Boeing 747-400 que en el año 2000 intentó
despegar de una pista cerrada en el aeropuerto “Chiang Kai-shek” de Taipéi,
Taiwán, impactándose con equipo de construcción. Tal y como ya lo hemos dicho
en este mismo espacio, la correcta investigación de las causas que dieron
lugar a un evento es el primer paso para evitar que vuelva a ocurrir.
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