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jueves, 31 de marzo de 2016

SOLO SOÑABA CON VOLAR



Por el P. A. ENRIQUE GUERRERO OSUNA

Un sueño, del latín somnus, viene a ser un simple acto de dormir.  Pero también el acto de soñar nos puede trasladar o transportar hasta donde la imaginación nos lleve. Si nosotros queremos, nuestros sueños los podemos hacer realidad. El arte y la pasión por el vuelo pueden llegar a ser un sueño, pero como todas las pasiones humanas, si no se controla, se puede volver, una obsesión, por eso debemos seguir el consejo de Jean-Jacques Rousseau: “todas las pasiones son buenas cuando uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan”. Lo ideal entonces será ubicarnos en el justo medio, es decir, yo como piloto amo apasionadamente el vuelo desde que de chico, no hace mucho, observaba con gran interés cualquier tipo de vuelo al que tuviera yo acceso, parece una exageración, pero si vuela a mí me interesaba, y me sigue interesando.

Pero los sueños, si no se les ponemos, como se dice coloquialmente, música al asunto, ahí se quedan, es necesario ligarlos a la acción. Yo no puedo precisar en qué momento empecé a soñar con volar, supongo que desde que tengo uso de razón, ni mucho menos me acuerdo cuando empecé a planear el de cómo iba yo a dar satisfacción a ese deseo tan acuciante de volar.. Lo que hice en ese entonces fue acercarme a los aviones, es decir a un aeropuerto. Pero es sabido que escasamente los neófitos podíamos acercarnos a los pilotos quienes se rodeaban de un aura de semi-dioses,  simplemente inalcanzables. Curiosamente, eso ha cambiado muy poco,  eso lo digo con la seguridad que me dan mis 50 años en el medio. Son escasas las solicitudes de información que me han hecho sobre la carrera de piloto aviador, y no porque me sienta un ser privilegiado, nada de eso, más bien es al contrario,  cuando alguien me interroga le doy toda clase de explicaciones que pueden ir desde varios minutos hasta una conferencia completa si fuera el caso.  Sin embargo esa idea de que los pilotos somos muy serios y no tenemos tiempo para atender una pregunta sobre aviación, yo voy totalmente en contra de esa actitud y procuro atender cualquier duda que se me plantee. Hace algunos años antes de que nos entrara la paranoia del 11 de septiembre y del terrorismo global, en algunas ocasiones dejaba yo entrar a las cabinas especialmente a los niños que me lo solicitaban, pero igualmente a los adultos. Ahora eso ya no se puede, ahora la tripulación “se encierra a piedra y lodo” con puertas blindadas capaces de resistir varios impactos de una Magnum 357 con carga de proyección de dinamita, pero ya ven, un copiloto alemán alterado de sus facultades mentales se encerró y dejo afuera a su capitán conduciendo el avión a un impacto contra los Alpes suizos. De nada sirvieron las medidas de seguridad., o más bien esas mismas medidas extremas de seguridad impidieron que el capitán pudiera evitar el tremendo accidente, o más bien, asesinato masivo de inocentes por una mente desquiciada.

Pero voy a “mil por hora” en mi relato” permítanme retomar el tema. Una vez que me pude acercar a los aviones en la ciudad de Mexicali, allá por los años 60as, fue en el pequeño aeropuerto de Calexico, esto ya lo he relatado en alguna  otra de mis divagaciones, pero en fin, ahí estaba yo sin saber que hacer viendo desde la cerca como aquellos pequeños aviones iban y venían, uno de los mecánicos que los atendían, al verme tan nostálgico se apiado de mí y me hizo la seña que me acercará.  Brinqué la cerca como gacela y me acerque a donde estaba toda la razón de mi existencia, un avión Cessna 172. De inmediato se me grabó en la mente el olor tan peculiar del gas-avión, desde entonces, si lo percibo antes del desayuno significa solo una cosa: ¡que probablemente salga a volar! Lo cual es la razón de ser de todo este enredo. Pero de que vale la pena, lo vale. El mecánico de mi relato me dijo que no me acercará mucho porque era peligroso, guarde mi distancia, pero al poco tiempo le pedí que si me dejaba ayudarlo a limpiar los aviones, me dijo casi sin titubear: ¡Que de ninguna manera, que si me veían los de la Migra ya saben, la que persigue a los ilegales la iban a armar de clamor, es decir, yo no podía llevar a cabo ninguna clase de esfuerzo que se considerará como un “trabajo” ya que yo no tenía “papeles”, además era menor de edad.  A la sorda me las arregle para limpiar varios parabrisas cuyos dueños no me dijeron nada, simplemente de daban  un líquido especial para limpiar micas de aviones y algunos trapos. Excuso decirles que aquellos parabrisas los deje mucho más allá del proverbial “relinchando de limpios”, también limpié las manchas de aceite y para mi sorpresa, después de algunos días mi amigo me dejo acercarme a los aviones sin aquella reticencia de “aléjate, no tienes papeles”. Si saben a lo que me refiero, más cerca del paraíso no podía estar. Luego me encargaron una “chambita” que aunque no me gustaba pero me permitía estar cerca de los aviones, esa chamba fue recoger pelotas de golf, ya que habrán de saber que ese pequeño aeropuerto está próximo a un campo de golf, así que los que golpean mal las pelotas van a dar muy próximo a los aviones, cruzando la calle, esa fue mi chamba. El trabajo de limpiar parabrisas me acarreo que uno de los pilotos me vio tan entusiasta con lo que hacía que me dio si me gustaría volar con él, el mecánico tradujo todo aquello y al ver la sonrisa en mi cara, el dueño del avión no esperó la respuesta. Si ustedes alguna vez han esperado que algo extraordinario pase en nuestras vidas, pero además con la seguridad de que les va a ocurrir, ese fui yo. Obviamente no pude dormir. Simplemente mi suerte no podía ser mejor. Empero, existía un problema: mi mamá y mis hermanas consideraban que aquello podía ser sumamente peligroso, que si no tenía miedo. ¿Miedo?, les dije, ¡en lo absoluto! Más bien todo lo contrario. A regañadientes me dejaron ir “al otro lado” –así se dice en Mexicali cuando uno va a ir “pal otro lado”. El momento llegó, imagínense la excitación de un jovencito que va a realizar el sueño de su vida, es decir, “volar”. Imposible describir ese momento, aunque suene  a cliché,  pero esa es la realidad. Yo que había armado docenas de aviones a escala, que había construido, junto con mi gran amigo Memo Orduño cuya familia vivían en “la Jabonera” y andando el tiempo sus hermanos curiosamente también fueron a estudiar a la E.M.A por lo que somos un grupo “muy selecto” de “pilotos cachanillas”. En fin, armábamos, modelos de madera balsa, de vuelo libre algunos, como el que tuvimos que perseguir hasta el edificio de la Telefónica y otros de control con cables. Continuando con mi relato: iba yo a volar, imposible detener la adrenalina. Desatamos el avión, luego supe, se trataba de un Piper Tri-Pacer, un clásico,  el piloto hizo todo lo que hacemos los pilotos antes de cada vuelo, nos asignó asientos, ya que éramos 4, tres pasajeros y el piloto. A mí me mandaron a un asiento trasero, lo cual no me importó en lo más mínimo, ¿porque había de importarme en qué lugar iba yo a gozar del vuelo? El sueño estaba a punto de hacerse realidad.  El motor arrancó sin problemas, mientras íbamos rumbo a la pista el piloto les iba relatando en inglés a sus amigos  de lo que se trataba, obviamente yo no entendí ni una jota, pero a quien le importaba.

El momento mágico llegó inevitablemente. El piloto aplicó toda la potencia y allá fuimos, raudos como un carro de carreras aceleramos, pero para mí aquello iba en “cámara lenta” Y…oh momento sublime, como describirles el instante en que las ruedas de aquel pequeño avión Piper abandonaron el asfalto, es algo hermoso, sublime, simplemente avasallador. A partir de ese momento dejo de existir una sola sombra de duda de que me gustaría estudiar o ser, para el caso era lo mismo, en un futuro. El piloto nos ofreció un tour por el área, fuimos, ahora ya lo sé, a Salton Sea o Lago Salado, al cual yo confundí con el mar. Entre paréntesis, este lago es único en muchas partes del mundo, ya que sus aguas son altamente salinas, probablemente procedentes del Pacífico. Este lugar tuvo su auge en los años 60as pero poco a poco todo se vino abajo. Ahora el Salton Sea está amenazado ya que su nivel ha bajado alarmantemente al grado de considerarlo en vías de desaparición. Pero nuestros vecinos ya estarán tomando medidas de protección, sin embargo, una de las opciones, sería alimentarlo desde el Golfo de California debido a que trasvasarle agua salada desde el Océano Pacífico no es práctico, más bien debido a los desniveles topográficos la mejor opción sería el Golfo de California a través de un canal, pero eso está pendiente debido a que se requiere, como es comprensible una enorme cooperación entre ambas naciones.

Por poco y me extravío en el camino. Después del breviario cultural, retorno a mi negocio. Al regresar a mi casa iba exultante, simplemente las palabras se me atropellaban en la boca al tratar de contar aquella experiencia a mi familia. Mis hermanas vieron con mucha reserva aquella alegría, en aquel momento, eso no me interesó. Yo había volado por primera vez, y eso es algo que jamás se le olvida  a un joven cuyo sueño es precisamente, el vuelo.

A partir de ahí, fue solo cuestión de tiempo que a mis amigos los mecánicos les preguntará: ¿En dónde se puede estudiar aviación? Al principio había yo considerado empezar a estudiar aviación por correspondencia, aunque ahora no se pueda creer nuestra inocencia, existían cursos por correspondencia. Increíble. Y por poco me voy “de bruces”, pero la cordura prevaleció y uno de aquellos mecánicos que había estado en la Fuerza Aérea Mexicana, me dijo: porque no te vas a estudiar a Zapopan, de ahí han salido casi todos los pilotos que andan fumigando en el Valle de Mexicali. Ahí nació mi idea de ir estudiar al Colegio del Aire. El asunto era que Mexicali está a más de 2,000 kilómetros de Guadalajara y no conozco a nadie por allá.

Primer Intento de Ingresar a la E.M.A.



Me puse en contacto con La Escuela Militar de Aviación me mandaron el Instructivo de Admisión con fechas, requisitos, etc. Fui a concursar, pero debido a mi deficiente preparación, nunca creí que fuera tan riguroso, salí reprobado, y me juré a mí mismo regresar a Mexicali a preparar un segundo intento. Me matriculé en la Escuela Preparatoria de la UABC pero solo estudiaba todo lo que contenía el famoso Instructivo de Admisión, eso mismo me sirvió para pasar sin problemas los exámenes de la UABC. La fecha volvió a llegar, de nuevo me presenté  y esta vez como iba decidido a quedarme los exámenes los pase sin problemas, saque un buen promedio y al tratar de buscarme entre los concursantes pude saber que obtuve un muy buen lugar y que prácticamente estaba aceptado. Ese día lloré, lloré como bebito en la soledad del bosque, sin saber lo que me esperaba. Pero eso será necesario hacer un recuento en otro capítulo debido a su extensión. Solo quisiera agregar que el lograr ingresar a una institución como la Escuela Militar de Aviación de la Fuerza Aérea Mexicana es un logro enorme, cuyas dificultades para lograrlo solo las podemos valorar los que hemos tomado ese desafío. Los exámenes de admisión son física, médica y culturalmente un enorme reto más alto que una montaña, pero no imposible. Aquellos que logran aparecer en las famosas “listas” de admisión, al no calibrar lo que les espera, se ponen felices de ese logro sin igual…y tienen razón en estarlo, es un orgullo ingresar a la E.MA. Pero eso lo vamos a desglosar poco a poco en otra ocasión, debido a que el espacio es reducido para lo que nos proponemos, por lo tanto, los esperamos en la siguiente edición. El Primer Año en la E.M.A. es tan avasallador en cuestiones académicas, físicas y psicológicas que difícilmente tiene uno tiempo de pensar en  nuestra pasión: que es el vuelo…Eso por el momento tiene que esperar.

El refrán de Publio Ovidio nos sirve de marco: “Soporta y persiste. El dolor presente ha de serte de provecho, en otra y mejor ocasión”.

Artículo enviado por nuestro querido compañero F.A.P.A. ENRIQUE GUERRERO OSUNA.

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