Padre mío. Aquí estoy ante tus pies;
Soy uno más de tus hijos y posiblemente
El más
humilde de ellos.
A mí que me has dado unas alas para volar
No siendo propias sino artificiales;
Permíteme, Dios mío, seguir teniendo
El entendimiento para cruzar con ellas
El infinito azul del cielo
Y llevarlas con la misma seguridad
Con que lo he hecho de un puerto a otro.
Sígueme dando el brillo de la luz celestial
Para ver el poder de la furia de los
vientos
Y de las tormentas que se abaten en el
espacio,
Y que los peligros pueda aquilatar
Con la claridad que a mi mente le da
Tu poder divino.
Permíteme, Dios mío, que siga dejando este suelo
Para emprender el vuelo y llegar a él
Como hasta ahora lo he hecho,
Y que cuando Tú ya lo dispongas,
Me permitas reposar en la tierra,
Pero siempre mirando tu cielo.
Amén.
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