Cuando estaban por empezar
los vuelos nocturnos, corría el rumor de que, en ocasiones, mis avanzados
clandestinamente volaban en esa maniobras con su secretario, por lo tanto yo tenía la inquietud
de que pronto tendría mi primer vuelo solo, mis avanzados se enteraron de esa
inquietud y un día por la noche se presentaron la primer ala de la escuela
varios avanzados, entre ellos mi chef Gastón García Guzmán, Arturo Torres Ruiz,
Ricardo Meléndez Urista y otros más quien no recuerdo sus nombres pues la noche
estaba muy oscura. Serían como las doce de la noche, cuando se apareció junto a
mi cama, el piloto sin cabeza. (Después me enteré que era el teniente puga)
Cuando me despertó, encendió
un cerillo y me dijo: Pelón, tienes lo que dure este cerillo encendido para
irte a bañar y regresar para estar listo al pie de tu cama.
Me levanté y rápidamente corrí
al baño pero tuve mucho cuidado para no hacer tanto viento con mi carrera y
obligar que se apagara el cerillo, imagínense, estar calientito en la cama y
correr a esa hora a bañarse con agua fría, regresé al pie de mi cama tiritando
de frío. Ya nuevamente con mi ropa interior, mi chef me ordenó:
-Secre, toma una sábana para
que te tapes y vámonos a las pistas, esta noche tendrás tu primer vuelo
nocturno-
Salí acompañando a otros
pelones que también les estaba pasando lo mismo que a mí y marchamos hasta la
mesa de servicio donde estaban estacionados los AT-6. Al llegar a un lado de
los aviones, Torres Ruiz nos preguntó:
-A ver pelones, ¿A que
vinieron a esta escuela?-
-Tu Lavín, contesta-
-Vine a aprender a volar mi
Sargento-
-Y tú- le preguntó a
Bustamante Tréllez:
-Vine a aprender a volar mi
Sargento-
-Entonces escojan uno de
esos pájaros de acero en el que les gustaría volar- y señalo los AT-6 que
estaban formados en la plataforma de estacionamiento, desconcertados nos
empezamos a ver.
El cadete Novelo preguntó:
-¿Qué esperan? Escojan un
pájaro de acero y párense frente a él… rápido que no tenemos toda la noche.
El cabo Ricardito Meléndez
dijo:
-Esos pájaros están muy
quietos pelones, espántelos con sus sábanas hasta que se vayan. “Empezar… Ya”
Y empezamos a agitar
nuestras sábanas al frente de cada avión, lógico, los aviones se mantenían
quietos, y empezamos a brincar frente a ellos, pero esos pájaros no se movían.
Entonces el cadete Carrizales,
dijo:
-Como no pueden espantar
esos pájaros, van a tomar su primera lección de vuelo. Van a aprender a volar
en formación de diamante-
Y nos formaron de cuatro en
cuatro en forma de diamante, después nos dijeron que colocáramos nuestra sábana
en la espalda como si fuera capa y que extendiéramos las alas, o sea nuestros
brazos, y cuando estábamos listos, el piloto sin cabeza (O sea el teniente
Puga) dijo:
-Van a correr por toda la
pista hasta que despeguen, pero tengan cuidado de no perder la formación para
que no provoquen una colisión-
Empezamos a correr por la
pista, en cuanto nos fuimos alejando de ellos, sus risas, se oían cada vez más
lejanas. Al llegar al final de la pista, regresamos a la plataforma de
servicio, entonces recibimos un regaño:
-No es posible, que ninguno
de ustedes no tenga el instinto de piloto, ya que ninguno despegó-
Entonces el Sargento Torres
Ruiz nos dijo con mucha tranquilidad:
-Bueno pelones, si no
pudieron despegar, por lo menos nos mostraron obediencia y disciplina, quiero
que recuerden durante toda su vida, ésta práctica de su primera lección de
vuelo nocturno- y nos regresaron al dormitorio.
Como no recordar con alegría
lo que nos sucedió esa vez, cuando yo era potrote, no me golpearon, sólo me dio
mucho frío al salir de la regadera, no me insultaron, sólo se rieron un poco de
mí.
Ahora ya retirado, con más
de quince mil horas de vuelo, muchas de ellas de noche, en situación de
instrumentos y muchas veces en medio de tormentas, sólo sonrío de la capacidad
de entretenimiento que se vive de cadete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario