La historia de los soldados de tierra, mar y aire
de nuestro país ha estado plagada de grandes mitos.
En
algunos sectores de la sociedad siguen existiendo aún, a pesar de que la
realidad en la cual se encuentran las fuerzas armadas hoy en día provoca que
exista una relación mucho más estrecha con la población y de la que, sin duda,
la percepción del pasado ya no tiene significado.
A
partir de que Miguel Alemán Valdés fue presidente de México, 1946-1952, comenzó
para los militares un proceso de transformación total. En esos años, se decía
que había que quitarles todo el poder ganado durante la postrevolución, donde
efectivamente, ocupaban cargos públicos, así como los que en ese entonces se
llamaban de “elección popular”. Sin embargo, es naturaleza de cualquier fuerza
armada crear poder y en el caso mexicano no necesariamente es un poder que
determina la política del país; ésa sigue y seguirá en manos de civiles.
Se
ha analizado mucho la presencia del Ejército y la Marina en las tareas de
seguridad pública; sin embargo, el único cuestionamiento que no se ha dado es
sobre el poder que ejercen en la sociedad, o dicho en otras palabras: se ha
elevado tanto la percepción del Instituto Armado entre la gente —producto de la
realidad que las acciones militares han reportado—, que ni siquiera los mitos
del presente uso excesivo de la fuerza, violación de derechos humanos, etc.,
debilitan en la sociedad la confianza que tienen en sus soldados. Entender al
poder solamente como un acto de imposición es anacrónico.
Hoy,
generales, almirantes, jefes, capitanes y oficiales comprenden de manera clara
el impacto positivo que han logrado sobre la gente. Pero que nadie se asuste;
los actuales y futuros mandos militares han comenzado una profunda
transformación desde sus planteles educativos hasta las bases de operaciones y,
por supuesto, en su estructura administrativa. Esta transformación no necesita
involucrarse en política; al contrario, no la requieren para obtener un
liderazgo en la sociedad. La apertura de las fuerzas armadas hacia la
población, promovida por el general Salvador Cienfuegos y el almirante Vidal
Soberón, no tiene precedente. La sociedad necesita acercarse y conocer a
profundidad a soldados y marinos, en primer lugar, para saber todo lo que
pueden esperar de ellos y, en segundo lugar, para saber cómo pueden ellos
apoyar al fortalecimiento del instituto armado.
Ya
están dadas las condiciones, el ánimo y la voluntad para materializar una
cultura de fuerzas armadas en nuestro país.
Paz
y tranquilidad es lo que exige la gente. A pesar de que las acciones contra la
delincuencia se difunden como un esfuerzo integral del gobierno, la sociedad
solamente califica de manera positiva —en los resultados— a soldados y marinos.
La sociedad sabe que los niveles de violencia e inseguridad que vive el país no
son causa ni consecuencia de las fuerzas armadas. En su momento, los militares
alertaron sobre el efecto que produciría al país permitir que fueran los grupos
criminales los que comenzaran a tener el control político, económico y social
de estados y municipios. Precisamente ése es el poder que el Estado mexicano no
debe permitir que exista.
No
solamente son acciones contra la delincuencia lo que lleva a las fuerzas
armadas a demostrar que la percepción sí es realidad. Plan DN-III-E y Plan
Marina ya calientan motores para hacerle frente a la temporada de lluvias.
Ceremonias
cívico-militares, campañas de sanidad, reforestación, alfabetización y
prevención en protección civil son también excelentes esfuerzos para seguir
ganando poder de atracción entre la sociedad.
México
destina 0.49 por ciento del PIB a gasto de defensa. Brasil gasta 1.5% y
Colombia 3.3%.
Cabo
de Guardia
Cuando
existen contingencias por desastres naturales, una unidad de cocina de apoyo
militar puede preparar hasta 7 mil comidas al día.
En
el mes de la Cruzada contra el Hambre, que promueve el gobierno, es importante
destacar las acciones que el Ejército mexicano realiza en favor de la gente.
Sedena
ha emprendido una campaña en los comedores comunitarios de los poblados más
necesitados del país para enseñarles a sus pobladores a preparar con recursos
propios comida nutritiva y, con ello, desarrollar las habilidades y capacidades
para ser autosuficientes. Ya hay grandes resultados.
Cuando
los soldados mexicanos se encuentran en campaña, ya sea contra la delincuencia
o ya sea de apoyo a la sociedad, tienen los conocimientos para poder preparar
sus alimentos en caso de que por alguna razón las unidades de Intendencia no se
los puedan suministrar.
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