Los ingenieros aeronáuticos -sobre todo durante los
grandes conflictos bélicos- han intentando encontrar la forma de mejorar l
básico diseño que utilizan casi todos los aviones.
Si bien el esquema “fuselaje-alas-cola”
funciona, y muy bien, la industria siempre se ha esforzado en la búsqueda de algún diseño revolucionario que suponga una ventaja estratégica,
una mejora en el rendimiento o un menor consumo de combustible.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la Marina
estadounidense trabajó en el diseño de un modelo de avión muy poco ortodoxo, en
el que la superficie de sustentación -una tarea que básicamente está a cargo de
las alas- era el propio fuselaje.
El encargado del diseño fue Charles H. Zimmerman, y el
avión se conoció oficialmente como Vought XF5U "Flying Flapjack", aunque no pocos se referían a él
-inspirados en su extraña apariencia- como “Flying Pancake” crepé
voladora.
El cuerpo de este avión tenía forma de
un disco aplanado, y servía como fuente de sustentación. Mientras que en un
avión “convencional” las alas son las
encargadas de “sostenerlo” en el aire gracias a
las diferencias de presiones que se originan cuando pasa por encima y por
debajo de ellas, en
el Vought XF5U era el fuselaje el que se encargaba de esta función.
El diseño se basaba en un prototipo anterior, el V-173,
aunque la “torta voladora” era bastante más grande
y una cinco veces más pesada. Estaba construido totalmente en metal, y obtenía
el impulso de dos motores radiales Pratt & Whitney R-2000 de
1.600 hp 1.193 kW cada uno.
A simple
vista, parece que el XF5U jamás podría despegar del suelo, dado que no se ven
sus alas. Pero si bien es cierto que los diseñadores de aeronaves utilizan
alas alargadas por motivos aerodinámicos -las alas con una relación de aspecto
entre el largo y el ancho pequeña tienen rendimientos muy pobres debido a los vórtices que
se crean en los anchos extremos, originando resistencia al avance-, el modelo a
escala que se construyó demostró que el “Flying Pancake” era capaz de volar.
Y muy bien, a pesar de no
tener alas largas y estrechas, el XF5U evitaba el problema de los vórtices
cancelándolos con sus hélices.
En efecto, las hélices giraban en la
dirección opuesta a los vórtices generados por su fuselaje aplanado,
conservando una alta presión de aire debajo del avión.
Esto le permitía, aún
contando con una relativamente pequeña superficie de sustentación, poseer una
gran maniobrabilidad y resistencia estructural.
Las hélices podían
mover sus palas de la misma forma
que lo hace un helicóptero en su rotor principal, variando su ángulo para ayudar
a la aeronaves durante las maniobras. El asiento del piloto contaba con un sistema de eyección, especialmente ajustado para
permitir que evitara chocar contra las hélices en caso de tener que abandonar
el avión durante una emergencia.
El único XF5U que se construyó tenía instalada
una ametralladora y cañones debajo de su nariz. Para muchos, el Vought XF5U fue
una de las decepciones aeronáuticas más grandes que se conocen.
A pesar de
contar con el respaldo de la Marina, su diseño tan extraño y revolucionario
hizo que las autoridades americanas dejasen de apoyarlo. Zimmerman tuvo
que conformarse con las pruebas realizadas sobre el modelo a escala, dotado de
motores más pequeños.
La historia
ha demostrado que muchas veces esos diseños radicales son
efectivos. Al mirar un F-117, por ejemplo, también parece un cacharro falto de
aerodinámica y poco efectivo. Pero vuela.
Las alas volantes de Northrop, que en su momento fueron descartadas por los
mismos motivos que el XF5U, han sido reivindicadas en el bombardero
furtivo B-2. Es posible que si el encargado de manejar el
dinero destinado a estos proyectos hubiese tenido una mentalidad más abierta,
el "Flying Flapjack"
hubiese llegado a las cadenas de montaje.
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